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Ventanal

Un mes de Gobierno "bonito"

Las "poco alentadoras" perspectivas que genera el presidente Pedro Sánchez

Cuando pasa el tiempo, las cabezas se enfrían y los ánimos tienden a moderarse. Quizás sea aún pronto para poder enfocar sin prejuicios las intenciones del estrenado Gobierno de Pedro Sánchez. A falta de un programa, hay que recurrir tanto al talante doméstico como a las ocasionales manifestaciones del Jefe del Ejecutivo y de algunos de sus ministros y ministras. Y por ahora las perspectivas son poco alentadoras.

Al séptimo presidente del Gobierno en democracia, elegido por un golpe de mano parlamentario, se le califica de veleta en sus convicciones, de no previsible y de escasa fiabilidad. Inasequible al fracaso, es capaz de levantarse y de revertir estrategias al servicio de su ambición personal. Su gran habilidad, hasta ahora, ha sido sustituir una verdadera política de Estado para afrontar los grandes problemas del país, por iniciativas de corto alcance y mucho marketing. Regateo, palabras y palmeo hasta que sus contrarios auténticos, los del batiburrillo de la censura, lo pongan contra la pared de sus únicos 84 diputados.

En el balance, su cuenta de resultados es muy pobre. Sacar adelante los presupuestos de Mariano Rajoy, eutanasia, equiparación de permisos familiares (ya previsto antes), no reforma laboral, convocatorias de empleos públicos (ya previsto antes), comisión para la reforma constitucional (ya prevista antes, el "show" del "Aquarius"), agitar a RTVE y la reciente declaración de que exhumará a Franco mientras los españoles se van a las playas. Hablar ha hablado mucho. Con el lendakari han repasado las cuentas de la doble traición, "preosak kalera", más competencias. Su ahora nuevo "vicepresidente cum laude", Pablo Iglesias, ya ha visitado a los golpistas en las diferentes cárceles para preparar la próxima audiencia con el soberanista Torra, el mismo a quien Sánchez calificó de supremacista impresentable, que recientemente faltó al respeto al Rey y menospreció a España en Washington.

El "chico" (según Juncker) está en el empeño de blanquear a nacionalistas y separatistas para justificar algunos apoyos de cara a su proyecto de poder más allá de esta media legislatura. A Sánchez le vale todo y confía en su capacidad personal de seducción. El peligro reside en las contrapartidas que tendrá que entregar a unas fuerzas que prodigan sus declaraciones de ruptura a cualquier precio. La opinión pública de carácter centrista comienza a dar muestras de inquietud por las derivas radicales que se intentan imprimir a la sociedad civil no comprometida con experimentos sociales aventureros. Hay un peligro cierto.

A partir del 1 de julio y con carácter retroactivo van a ser efectivas las partidas del PGE que diseñó el Gobierno de Rajoy, pensiones, salarios y sueldos de funcionarios, becas, dependencias, inversiones públicas, I+D, talidomina y otras más, vetadas días antes por el PSOE y su jefe de filas.

Sería muy aconsejable enfrentar esas acciones de gobernabilidad con el postureo de mercadotecnia que ahora se expande desde la Moncloa por el "Gobierno bonito".

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