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Saúl Fernández

El buque insignia

Semblanza póstuma de un hostelero que fue capaz de detener el tiempo

-¿Un café, don Saúl?

Germán Blanco Rubio se ha ido sin despedirse.

Cuando empezó a correr por la villa el rumor de que cerraba su legendaria cafetería tuvo que explicarse muchas veces: que vaya, que el bar se abrió hace ochenta años, que era el tercero de una generación de camareros, que sirvió a pescadores de la rula vieja, a intelectuales al por mayor? y hasta a Rocío Jurado. Que sí, que la más grande cenó una noche en el bar del parque del Muelle, el local que había conseguido detener el tiempo gracias a ese diseño tan singular del salón -lámparas de globo, taburetes atornillados frente a la barra, teléfono de pago, whisky J&B... un díner norteamericano en pleno Avilés- "Encargamos la reforma a Ángel Corominas", decía Germán. A principios de los setenta.

Una vez se estropeó una de esas icónicas banquetas de la cafetería. "Sólo hay un tipo que las puede arreglar", comentó con una gran sonrisa por debajo de su mostacho, el que se movía cuando declamaba el menú de todos los días: soliloquio de croquetas, huevos a la flamenca y "por supuesto" la ensaladilla rusa, que siempre fue "buque insignia". Lo había empezado a ser, de hecho, en los años cincuenta, cuando la ciudad levantaba cabeza tras la llegada de los pioneros de Ensidesa.

Lo mejor del "Germán", sin embargo, nunca fue el escenario. Lo mejor del "Germán" fue siempre Germán, su protagonista último. Desde hace cuarenta y tantos años, cuando Avilés era una fiesta y su local, parada de una estación de juerga? Los setenta fue tiempo luminoso. "De muchas cenas", explicaba. Últimamente, apenas servía alguna. Últimamente, nada era como entonces. Salvo Germán. Que seguía siendo el mismo. Cuando cambió de tele (de una vieja de esas de tubos a una smart TV o algo sí) se montó el pollo entre la parroquia. Que los partidos del Atlético de Madrid son mejores con niebla, qué es eso de la tele digital?

El bar en que se detuvo el tiempo ya no tiene maestro barquero.

El tiempo se ha puesto otra vez en marcha.

-Con leche, don Germán. Café con leche.

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