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Diario de a bordo

El irredentismo comarcal (XLII)

La ubicación de la dársena y el trazado del ferrocarril

Recordemos que, para iniciar las obras de encauzamiento y saneamiento del Puerto de Avilés, el Ayuntamiento se había comprometido con el Estado a pagar 160.000 reales anuales, durante diez años. Paralelamente el Ayuntamiento llega a un acuerdo con la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM)para que la Corporación Minera aporte la cantidad de 40.000 reales anuales, aminorando así el pago que tenía que realizar el Ayuntamiento avilesino, en dicha cantidad, también durante los diez años que estaban previstos para realizar los pagos, es decir, desde 1860 a 1870. Este compromiso de la Real Compañía está documentado con el escrito de su director general don Julio Hauzzeur, de fecha 16 de noviembre de 1859. Sin embargo, cuando llega el año 1870, la Real Compañía no había aportado un real y, el Ayuntamiento se ve en la tesitura de hacer frente solo, a la deuda que había generado las obras del Puerto. Tuvimos la suerte de que, después de diversas reclamaciones y recursos realizados por la Corporación avilesina, en febrero de 1873, y gracias a una ley promovida por el diputado don Julián García San Miguel, el Estado se hace cargo del costo total de las obras completadas hasta ese momento y de las que pudieran realizarse en el futuro, asumiendo también la competencia del Puerto. Avilés se había salvado de una deuda que le habría dejado en la bancarrota.

Queda pues encauzada la ría, saneado el Puerto, limpiado el estuario, de momento, de las arenas que seguían llegando del Espartal, a pesar de la operación "Chanchullo" por la que la RCAM se apropia del arenal a cambio del compromiso de fijar las dunas para que cese el aporte de arena al Puerto, cosa que no cumplió y que seguimos sufriendo, como tampoco cumplió con la cantidad de dinero que se había comprometido a pagar por las obras. Pues bien, en ese momento, los directivos de la RCAM conocen que se está proyectando, no solo una dársena de atraque nueva, para carga y descarga de buques, más cercana a la bocana de la ría, sino también, la llegada a la misma del ferrocarril. Nada más producirse la asunción por parte del Estado de todos los pagos pendientes por las obras del Puerto, la Real Compañía entra de lleno en ambas cuestiones, suplicando al Ayuntamiento de Avilés que la línea férrea se trace por la orilla izquierda de la ría, ya que está enterada de que los proyectos que se manejan la sitúan en la margen derecha. Si esto se consigue, la nueva dársena irá también en la margen izquierda.

El Ayuntamiento liberal de Avilés y el pueblo en general, se inclinaban por la orilla derecha para el trazado de la vía férrea hasta la bocana y, por tanto, para la ubicación de los nuevos muelles una vez hecho el saneamiento. La preocupación de Arnao es manifiesta. Ellos quieren el ferrocarril en la margen izquierda. Una línea férrea que conecte con sus instalaciones al lado del Muelle de los Belgas. "Los alemanes de Arnao", que en ofrecimientos eran muy espléndidos, remiten un escrito al Ayuntamiento de Avilés. Lo hacen desde Lieja. Dice así:

"Real Compañía Asturiana de Minas. Dirección General. Lieja, 12 de mayo de 1873. Señor Alcalde de la villa de Avilés.-

Muy señor mío y de mi mayor consideración:

Tengo el honor de dirigir muy respetuosamente a usted, así como a la ilustrísima Corporación que usted tan dignamente preside, la presente carta, con motivo del estudio que, según me han informado, se va a hacer de un nuevo trazado de la línea férrea destinada a enlazar el puerto de San Juan de Avilés con el ferrocarril de León a Gijón.

El gran interés que, evidentemente, tiene nuestra Compañía en esta cuestión, será para con usted la justificación de mi intervención en ella. Ruego a usted, por lo mismo, se sirva acogerla simpática y favorablemente. Dirigiéndome a la primera autoridad de la esclarecida villa de Avilés, excuso encarecer los constantes esfuerzos que desde tantos años viene haciendo nuestra Compañía, para desarrollar en esa comarca un movimiento industrial y marítimo que, a pesar de grandes dificultades, ya llegó a cierta altura. Dispuestos estamos, como siempre, a darle más impulso todavía, pero al efecto debemos poder contar con los nuevos y perfeccionados medios de comunicación, en el día necesarios, para que puedan progresar los establecimientos fabriles y, por tanto, ruego a usted encarecida y respetuosamente que, en el estudio que se va a hacer, se tenga en cuenta la existencia de nuestras minas y fábricas, su importancia y sus necesidades, y que lejos de dejarlas aisladas, lo cual sería injusto y perjudicial para todos, se procure llevar el trazado de Avilés a San Juan por la orilla izquierda, sobre la cual están situadas nuestras instalaciones de toda clase.

Conocedor como soy del terreno que he frecuentado tantos años, puedo asegurar a usted que se presta admirablemente a ello, no digo en cuanto a nuestra Compañía, sino todo bajo el punto de vista de la prosperidad topográfica y mercantil de la villa misma de Avilés y de su fecunda extensión, conciliándose así, más todavía, el trazado por la orilla izquierda, bien y nuevamente estudiado, los intereses de esa hermosa villa, con los de nuestra empresa. Intereses que siempre fueron idénticos y deben seguir siéndolo para beneficio de todos. Espero, muy señor mío, que usted se dignará tener en seria consideración esta respetuosa, sincera y altamente simpática manifestación mía, y aprovecho esta ocasión para ofrecerme de usted más atento seguro servidor q.s.m.b.

El Director General Hauzzeur."

Es destacar el lenguaje súper educado y sibilino que emplea el señor Hauzzeur, para conseguir que el Ayuntamiento de Avilés se decida por la margen izquierda para situar la línea del ferrocarril. Habla claramente del "nuevo trazado de la línea férrea destinada a enlazar el puerto de San Juan de Avilés con el ferrocarril de León a Gijón". No hay ninguna duda, el puerto de San Juan, para don Julio, es el "puerto de San Juan de Avilés", o sea en la orilla izquierda, porque al otro lado sería San Juan de Nieva. Hay que recordar que el "Muelle de los Belgas" estaba funcionando a pleno rendimiento en San Juan desde hacía muchos años; y estaba, como dice don Julio, en San Juan de Avilés. Y quiere que el ferrocarril conecte con ese puerto y el resto de las instalaciones, de todo tipo, que la empresa tiene situadas en su entorno.

Por aquel entonces, se suscitaba en Avilés una cuestión importante. El primitivo proyecto ferroviario de Serín a San Juan de Nieva, iba a ser sustituido por otro, en cuyo favor se inclinaba el peso de la opinión. Por el de Villabona. Y no era esto solo. El Ayuntamiento de Avilés, presidido por don Anastasio Carreño, abiertamente se inclinaba a favor de un trazado por la orilla derecha de la ría. Por la Huelga. Y al efecto, distinguidos particulares de Avilés sufragaron los gastos de un nuevo estudio, que llegó a realizar el ingeniero Juan Domenchina Sainz de Trápaga. Este proyecto, como es natural, alarmó a Arnao. La opinión pública se inclinaba por la margen derecha, y entonces interviene don Julio. Conseguidas ya las obras de la ría y del Puerto, había otra cosa que le preocupaba, el ferrocarril. Si Avilés lo emplazaba llevándolo por las Huelgas y la ladera de Recastrón a San Juan de Nieva, Arnao estaba perdido. Su muelle, llamado de "Los Belgas", quedaba aislado del tráfico terrestre.

Y de aquí la carta de 12 de mayo de 1873. Parecería natural que, el que se había negado a pagar lo comprometido a Avilés para las obras de encauzamiento y mejora del Puerto y la Ría, no se atreviese a dirigirse a un alcalde de Avilés pidiéndole cosa alguna. Pero, para don Julio no hay obstáculos ni repulgos de delicadeza. Él, ¿ve que peligra su línea férrea por la margen izquierda?, pues hace caso omiso de sus comportamientos anteriores, los da por olvidados, y no le importa lo que Avilés pueda pensar o decir. Y no le faltaba razón, porque en el archivo avilesino no hemos encontramos ningún escrito que demuestre que don Julio se encontró con la horma de su zapato. Y, al efecto, no tiene empacho incluso, en encargar otro estudio sobre el trazado del ferrocarril, pagado por la Real Compañía, al ingeniero don Salustio Regueral, proyecto que hace llegar al Ministerio sin conocimiento ni acuerdo previo con el Ayuntamiento de Avilés, por cuyo territorio van a instalarse las vías. Un proyecto que es el mismo que vemos hoy por la margen izquierda, es decir, impuesto a Avilés gracias a su influencia en Madrid, y hecho por el ingeniero referido a su dictado y conveniencia. No sé a ustedes, pero a mí, desconozco por qué extraña razón, esto del trazado del ferrocarril me recuerda, me trae a la mente, lo que ahora está sucediendo con la famosa Ronda Norte. Serán cosas mías.

Pero volviendo a la Historia, los momentos que se van vivir a partir de ese momento van a ser decisivos. Avilés estaba a favor del ferrocarril por la margen derecha. Arnao, como era natural, por la izquierda. Así las cosas, llega el año 1875. El gobierno de los liberales desaparece con la subida de Alfonso XII al trono de España. Los conservadores se hacen con el poder y así, huérfano Avilés de toda tutela gubernamental, Arnao encuentra apoyo en Madrid. Y don Julio, y Arnao, vuelven a salirse con la suya, a costa de los avilesinos.

Esta es la historia del trazado férreo por la margen izquierda. Y también la del emplazamiento de la dársena de San Juan en dicha orilla. Nuevamente los conservadores, y con ellos la RCAM, habían ganado. Avilés había perdido.

Por tanto ya sabemos, ahora que estamos con la eliminación de la barrera ferroviaria, que separa la ciudad de la ría, ahora que estamos con la Ronda Norte para dar servicio por carretera al Puerto, ahora que estamos también terminando los trámites para conectar el ferrocarril con las nuevas instalaciones portuarias que, por fin, se han construido en la margen derecha. Ahora, ya sabemos a quién debemos que las vías del ferrocarril discurran por donde discurren, y que la dársena esté donde está. También, por qué se necesita una carretera, para evitar que mercancías peligrosas pasen por el medio de la ciudad. Esperemos que ahora, con este bagaje, hayamos aprendido la lección.

Así sucedió, así se lo he contado a ustedes, y así queda anotado en mi Diario de a Bordo. Pero la historia continúa.

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