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Abogado

Las falacias sobre el fin de la muerte

Ante las aseveraciones de un conocido científico venezolano

Un famoso científico venezolano, de cuyo nombre no quiero acordarme, está dando la vuelta al mundo anunciando un libro suyo, "La muerte de la muerte", acaparando, por desgracia, los primeros puestos de la actualidad internacional.

Proclama de forma ostentosa y solemne que antes de veinte años el ser humano, si así lo desea, dejará de morir, la vejez será voluntaria y se alcanzará un rejuvenecimiento paulatino como nunca se logró. De hecho, según refiere, ya se está experimentando con animales indefensos, en este caso perros, para luego extrapolar los resultados obtenidos al ser humano. Mientras concita a su alrededor innumerables seguidores, sus cuentas corrientes van en aumento de una manera harto exagerada. En un mundo rebosante de sufrimiento, donde el dolor aumenta cada vez más, el cáncer crece como la espuma, es imparable, las depresiones superan lo inimaginable, las enfermedades de la civilización moderna se cronifican hasta extremos inconcebibles y los hospitales y centros de salud están atiborrados de enfermos debido al aumento constante de las diversas dolencias físicas y emocionales, este predicador barato, que utiliza nombres de premios nobeles como amigos suyos para enfatizar lo que dice, aumentando más si cabe su desfachatez, lo único que consigue es sembrar falsas ilusiones y decadentes esperanzas. Debería estar prohibido que personas de tamaña índole pretendan idiotizar al ser humano entregándole oro a cambio de una sumisión servil y degradante.

Alguien tendría que explicarle a este apóstol exaltado de la ciencia absurda que la vejez es un proceso natural de la madurez, bello como una flor en primavera y sabio como una palabra dulce de un niño bueno; que la muerte es el comienzo de una vida superior y que merece la pena morir en este mundo para renacer con gracia a una vida más alta. Que la única manera de ralentizar el proceso de envejecimiento es llevar una vida sana, segregar buenos pensamientos y adoptar un método saludable de existencia: alimentos frescos y sencillos, ejercicio físico a diario, reposo adecuado, sueño conveniente, buen trato con nuestros hermanos, respirar aire libre, no contaminado y desarrollar fortaleza espiritual; enseñarle que las máquinas o artefactos que pretende incorporar en el cerebro, además de ser contrarias a la decencia, la lógica y la razón, son extrañas al proceso humano y del crecimiento interior, que los monstruos en forma de hombre ya han sido perfectamente descritos en ciertas novelas magistrales de todos los tiempos y que el alma no necesita mecanismos foráneos para descubrir, por si misma, mundos maravillosos y sutiles, salvo la conquista de las estrellas y esta atracción hacia lo noble y magnífico sólo yace en los pliegues secretos del amor y la amistad.

Por mucho que avancen la ciencia y la tecnología jamás podrán superar una palabra hermosa, una poesía sublime, un pensamiento luminoso y una sonrisa inolvidable.

Es un craso peligro para la Humanidad que personas semejantes quieran descubrir la pólvora cuando ya ha sido descubierta hace miles de años, alardean de cosas que desconocen, infundiendo engañosas promesas en personas que sufren y padecen y, mucho peor, que se le escuche como si fuera un sabio, alguien que entiende de lo que está hablando. Además, olvida algo esencial: nadie nos puede asegurar que de aquí a veinte años el mundo exista tal y como es: la locura del hombre, el desatino de ciertas personas como el aludido y un olvido generalizado de lo inmortal y divino predisponen a ese pensamiento preocupante y nada exagerado. Basta ver el perfil de los dirigentes mundiales y el poco entusiasmo que suscitan la sabiduría, la bondad, la cultura, la educación y el respeto.

Hay que soñar para vivir amando y ser mejores para no dejarse embaucar pro seres que no tienen pudor ni encanto.

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