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Doctor en Ciencias Políticas y Sociología | Corriente alterna

¿Qué va a pasar con Cataluña?

La situación política y social generada por el independentismo

Dentro de las muchas incertidumbres que plantea ésta pregunta, por desgracia sí que tenemos algunas certezas y no precisamente para mostrarse contentos, sino más bien para todo lo contario.

En un artículo anterior ya hice una reflexión sobre los malos modos del actual presidente de la Generalidad. Negarse a saludar y recibir al Rey en su visita oficial a Cataluña, por muy republicano que se quiera ser, no puede calificarse sino de muy mala educación, porque tanto en la vida política como en la vida privada, común y corriente, las buenas maneras son fundamentales para la convivencia y el bien parecer y, aunque se quiera hacer de Cataluña una república independiente, todavía es parte integrante de España y la visita del Jefe del Estado, se merece, al menos, la cortesía del saludo.

Ya sé que estas consideraciones, en los tiempos que corren, tienen para muchos (sobre todo catalanes) poca vigencia, pero el ejemplo de don Felipe VI, que sabía perfectamente de antemano lo que iba a pasar y la descortesía que iba a sufrir, pese a todo, hizo su visita oficial a Cataluña demostrando su señorío, educación y sentido del cumplimiento del deber, aunque como es natural no fuera un acto de su gusto.

Pero las cosas no quedan ahí. Los malos modos del señor presidente van aún más lejos, como hemos visto en recientes noticias de prensa, y con ellos ha conseguido que sus propios partidarios le hayan afeado su conducta para con ellos y se haya forzado una división, tanto en su partido, como entre los entusiastas de la independencia catalana, quienes ven con desasosiego que el señor presidente no se merece el cargo que ocupa. Y para rematar sus faenas deleznables, no se le ha ocurrido nada mejor que meter en las cloacas el discurso del Rey en el desgraciado aniversario del primero de octubre.

De cualquier modo, no solamente la conducta de Torra es impresentable. Lo es igualmente la del llamado Puigdemont, quien puso pies en polvorosa al ver la que se le caía encima, dejando que sus partidarios fueran a la cárcel, mientras él se reía de todo en Bruselas, lo que solamente se merece el calificativo de cobarde y de traidor.

No quiero acabar sin hacer una referencia a otro de los apóstoles del independentismo, Arturo Mas, quien ahora aparece callado como un muerto con su cara cuadrada, después de haber inventado aquel "bonito" slogan de "España nos roba" y ser en gran parte responsable del desbarajuste catalán, que cuando las empresas temerosas del mismo se marcharon a otros puntos de España solamente se le ocurrió decir: "Ya volverán".

En fin, con este material humano y con la asquerosa manipulación de la opinión pública catalana, con las desvergüenzas y los malos modales de los dirigentes políticos y de opinión de Cataluña, ¿qué podemos esperar de una pretendida independencia?

No será una República, como pretenden. En buen castellano tradicional (que ellos odian) será un Reino: el reino de la mentira, de la falsificación, de la mala educación y de lo peor que nos podemos imaginar.

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