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Diario de a bordo / El irredentismo comarcal (LVI)

¿Quién manda en Castrillón?

Una carta que explica el enorme poder de la Real Compañía en el conflicto con Avilés a finales del siglo XIX

Estamos en 1894. La Corporación de Castrillón no adopta un solo acuerdo que no esté supervisado u ordenado directamente por Arnao. Los prusos compraban voluntades y ejercían como señores feudales en el concejo, imponiendo siempre su voluntad y sus intereses. Y, como "para muestra basta un botón", pues vamos a mostrarles ese botón de muestra. Pero aportaremos alguno más porque, ya se sabe, "lo que abunda nunca estorba".

Este año 1894 dio mucho de sí. Avilés se despereza y comienza a oponer resistencia a las ansias expansionistas de Castrillón, el municipio hermano que, siguiendo los dictados de Arnao, estaba pleiteando contra Avilés por temas territoriales. Ya había obtenido la sentencia favorable en Madrid, sobre el deslinde de 1883, anexionándose así el hasta entonces "Coto avilesino de Raíces". No importó, que en 1883 lo que se pretendía, en teoría y el menos en Avilés, era dilucidar qué parte, del arreglo de una caleya, correspondía pagar a cada municipio; no importó, que el deslinde citado fuese incompleto y no fijase los límites de los municipios desde San Cristóbal hasta Miranda; no importó, que tanto el Gobierno Civil como la Audiencia lo anulasen, por no haberse hecho conforme a derecho. No importó, que en 1889 se hubiese hecho un nuevo y completo deslinde de acuerdo a la normativa. Los de Arnao tenían fuerza en Madrid y dieron la vuelta a la situación conforme a sus intereses.

Tanto en el deslinde de 1883, como en el de 1889, tuvo especial relevancia la figura de Manuel Antonio Gutiérrez. Había nacido en Laviana de Gozón y se casó en Miranda, en donde ejerció como maestro. Era agrimensor y tuvo diferentes enfrentamientos con el Ayuntamiento de Avilés por cuestión de manantiales en la parroquia xagó. En 1868 es nombrado Secretario del Ayuntamiento de Castrillón, cargo en el que permanece hasta 1876. Va a ser protagonista en las iniciativas de deslinde de Castrillón, con Soto del Barco y con Illas. Ejerce como Recaudador de Arbitrios del Ayuntamiento de Castrillón, el año 1877. En el bienio 1881-83, aparece como Concejal en Avilés y es designado representante del consistorio para realizar el deslinde de 1883. Curiosamente, cuando se anula ese deslinde y se ordena uno nuevo, en 1889, aparece formando parte de la Comisión de Castrillón, como experto.

Pero vamos a analizar el botón de muestra. Se trata de una carta enviada por la "Administración de bienes de los Excelentísimos Señores Marqueses de Ferrera y San Muñoz a cargo de Francisco A. Graña. Procurador, Agente de negocios y Notario Eclesiástico a don Santigo Pyne, director de la Real Compañía, fechada en Avilés el 10 de agosto de 1894"

Estamos en pleno conflicto sobre la jurisdicción de las marismas de San Juan, a donde ya había llegado la línea férrea desde Villabona y se había construido la estación y la Dársena. Estamos en plena ofensiva de la RCAM y de su "alter ego", el Ayuntamiento de Castrillón, para apropiarse de aquellos terrenos y desalojar a Manín del famoso fielato. La carta, manuscrita, dice así:

"Muy señor mío y distinguido amigo. En el día de ayer fue a Oviedo don Francisco Alonso Graña con objeto de entregar al señor Rodríguez Sampedro la solicitud formulada a nombre de la Real Compañía para su presentación en la Delegación de Hacienda, a la que se acompañó un ejemplar del Boletín Oficial de 24 de mayo de 1893 y una certificación del Registro de la Propiedad, relativa a la inscripción de la escritura de 9 de marzo de 1855: habiendo quedado dicho señor de presentarla hoy sin falta en dicha Delegación y recoger resguardo de la misma; y tengo el gusto de remitirle copia literal de la indicada solicitud.

En el día de hoy también se remitió al señor Administrador de Hacienda el oficio que don Manuel Antonio Gutiérrez puso, emitiendo su informe, y del cual también remito a usted copia literal.

Anteayer estuvo en esta nuestro amigo don Cástor Álvarez, a quien enteré minuciosamente de lo que la Alcaldía de Castrillón debía de hacer, y quedamos en que hoy se reuniese la Corporación para que tomase acuerdo protestando contra la determinación tomada por la Administración de Hacienda respecto al nombramiento de perito por parte del Ayuntamiento de Avilés, para medir un terreno que radica en término de Castrillón. Al efecto puse una minuta del oficio que era preciso mandar a la referida Administración, terminado que fuera el acuerdo; y de cuya minuta remito a usted asimismo copia literal.

Es de creer que la Delegación de Hacienda, en vista de nuestra solicitud, documentos que la acompañan y del oficio del perito, deje sin efecto el expediente de investigación a que se refiere el Boletín Oficial de 28 de julio último; pero será muy conveniente que se den algunos pasos en este sentido; debiendo por mi parte significarle que el amigo don José María Suárez y Fernández de la Riva, tiene y ejerce hoy algún valimiento, y pudiera usted dirigirse a él y a cualquier otro que apoyase nuestra pretensión.

El señor Rodríguez Sampedro quedó encargado de avisar a usted de cuanto ocurriera, como también de ponerse de acuerdo con el señor Corujedo para cualquiera reclamación urgente que sobre el particular se ofrezca; y por cierto, celebro mucho saber que dicho señor es tío político del expresado don Indalecio Corujedo.

Recuerdos del señor Graña que hace de amanuense y usted disponga como guste de este su siempre amigo y seguro servidor. Firmado: Victorino García Pola".

En el escrito podemos analizar varias partes muy jugosas, que expresan cómo se las gastaba la Real Compañía. La primera, cómo la Casa de Ferrera estaba compinchada y formaba parte del complot expansionista de la Real Compañía, a costa de Avilés. Sí, la Casa de Ferrera, la misma que quiso quedarse con el agua de Valparaíso. Una vez superada la Revolución del 68 y sus efectos, y vueltos otra vez al orden de la restauración borbónica, los intereses de los marquesados de Ferrera y de Teverga son convergentes. Se trata de sacar la mayor tajada posible de la desecación de las marismas, de desviar la línea férrea por la margen izquierda para revalorizar esos solares ganados a la ría, y de aliarse con quien mejor puede prestar ayuda en la consecución de esos objetivos, la Real Compañía. No importa que para ello haya que chanchullear a costa de Avilés.

El documento está firmado por Victorino García Pola, con negocios comunes y emparentado con Florentino Mesa y su hijo Horacio, máximos exponentes de los intereses políticos y económicos del Marqués de Teverga. Julián García San Miguel y Zaldúa, pasa por ser el héroe de la llegada del ferrocarril a Avilés, pero eso sí, por la margen izquierda. Esa fue la verdadera batalla entre "cantistas" e "industriales". No el lugar en donde debería construirse la estación, como se reitera en libros y artículos de prensa, sino decidir por cuál de las márgenes de la ría debía discurrir la línea férrea, es decir, si debía terminar en el San Juan de Nieva de verdad, en la margen derecha, o en el San Juan de Nieva inventado, el de la margen izquierda. Y digo inventado, porque así se hizo, para no contradecir la norma, ya aprobada, que sentenciaba que el punto final de la línea férrea Villabona-Avilés, tendría su estación término en San Juan de Nieva.

La segunda cuestión, es el asiento del Espartal en el Registro de la Propiedad. La finca se había comprado al Ayuntamiento de Castrillón, que no era dueño del terreno. La operación se había anulado, obligando a devolver el dinero cobrado por el Ayuntamiento a la RCAM a los colonos de la Merced. No había ninguna finca que se denominase "Espartal", porque lo que se había desamortizado por el Estado al convento de la Merced de Raíces, eran un grupo de diferentes fincas. Pero la escritura de compraventa estaba hecha, la Real Compañía siguió pagando a Castrillón la contribución y, pasados los 45 años que la ley hipotecaria establecía, ya se podía registrar, como propio, el bien del que se había tenido la posesión durante ese tiempo. La Real Compañía ya se había encargado de "suavizar" a los colonos para que no reclamasen. Así se registra "el chanchullo".

También aparece en la carta el señor don Manuel Antonio Gutiérrez, que sigue trabajando para la Real Compañía, con informes "a medida" sobre los terrenos de San Juan. Lo cual demuestra, aún más claramente si cabe que, desde el primer momento, este señor fue un "topo" colocado por los prusos en Avilés para que trabajase, ¡y bien que lo hizo!, para sus intereses.

Pero lo definitivo, es el párrafo relativo a la presencia en la oficina jurídica de los Marqueses, de Cástor Álvarez Acebal, Secretario del Ayuntamiento de Castrillón. En el documento, dirigido a Santiago Pyne, Director de la Real Compañía, ¡¡se le informa, que se le había detallado minuciosamente, al Secretario del Ayuntamiento de Castrillón, lo que la Alcaldía de ese concejo debía hacer!! ¡¡Se le informa, para cuándo se ha fijado la reunión de la Corporación y qué acuerdos son los que debe adoptar!!, y ¡¡se le informa, por fin, de que se le entrega al Secretario la minuta, ya redactada, que se debía aprobar y posteriormente enviar a Oviedo, en contra del nombramiento de un perito, por parte del Ayuntamiento de Avilés!!. Recordar otra vez que estaban en juego las marismas de San Juan. ¡Ah!, a mi pregunta de ¿Quién manda en Castrillón?... Esa es la pregunta. Y la respuesta la pueden obtener ustedes mismos...

Así sucedió, así se lo he contado a ustedes, y así queda anotado en mi Diario de a Bordo. Pero la historia continúa...

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