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Grupo de Cultura de Ganemos Avilés

Las fiestas de los barrios también son fiestas de Avilés

La situación de las celebraciones populares en la ciudad ante la falta de apoyo del Ayuntamiento

Ya adentrado el otoño, es un buen momento para reflexionar sobre las fiestas de los barrios en el verano avilesino.

En los últimos años, estamos asistiendo a la desaparición paulatina de las fiestas de los diferentes barrios avilesinos. Lejos quedan los últimos años del pasado siglo cuando fiestas, como las de Versalles, Miranda o El Carbayedo, arrastraban a miles de personas.

La década de los ochenta supuso una eclosión del movimiento vecinal en prácticamente todos los barrios de Avilés. Asociaciones de vecinos y vecinas, vocalías juveniles, asociaciones deportivas, culturales, etcétera, contribuyeron a hacer barrios más reivindicativos, a generar barrios con más actividades y a fortalecer las fiestas de los mismos.

Eran tiempos donde no había un sólo barrio sin fiestas. Así, una zona como Versalles tenía las fiestas de La Magdalena, del Polígono, de Versalles y del Arbolón. Incluso los barrios históricos del centro de Avilés tenían sus propias fiestas: las de Rivero, las de Sabugo, las de Carbayedo... Así era fácil escuchar comentarios entre la gente defendiendo que las fiestas de Versalles, las de Miranda con su arrozada o las del Carbayedo eran mejores que las propias de San Agustín.

Era la época de la descentralización. Además, muchos conciertos del programa de San Agustín tenían lugar fuera del centro, como sucedía en Llaranes.

Hoy en día la realidad es totalmente distinta, las fiestas de los barrios están desapareciendo y las de San Agustín nunca han estado tan centralizadas.

Algunas personas nos intentarán convencer de que es una consecuencia lógica de la falta de participación de la gente de los barrios en el movimiento asociativo y del consiguiente envejecimiento de dicho movimiento. Sin embargo, no debemos poner la mirada en la falta de participación ni en el bajo nivel al que se involucra la juventud, sino que debemos preguntarnos por las causas de ese aparente desinterés por parte de los colectivos vecinales.

¿Tendrá algo que ver con el poquísimo apoyo económico que hay por parte del Ayuntamiento a estas fiestas? ¿Será debido a la cantidad de trabas que se ponen a la realización de las fiestas? ¿Se han preguntado cuánto dinero se gasta la Concejalía de Festejos en las diferentes fiestas del centro de nuestra villa y cuánto destina a las de los barrios?

Pensemos en un grupo de jóvenes de un barrio que deciden organizar sus fiestas; piden los permisos correspondientes y lo primero que les dicen es que necesitan tener un plan de emergencia para las fiestas. Esto les supone pagar a un técnico colegiado para que les haga dicho plan. Quizás se pregunten por qué, si la fiesta es en la calle, precisan dicho plan de emergencia. ¿Acaso el Ayuntamiento no está preparado ante cualquier emergencia que ocurra en nuestras calles o plazas? Es más, en las fiestas de San Agustín o del Bollo, ¿quién paga ese plan?

Aún así, supongamos que pagan el plan de emergencia. Acto seguido les señalarán que deben sacar un seguro de responsabilidad civil (cómo no, pagado por la asociación o colectivo), además de tener una ambulancia con personal sanitario (también pagado por la asociación, por supuesto). Incluso necesitarán una conexión eléctrica, por ello contratarán una empresa que se la instale. Precisarán, además, un escenario, que alquilarán a una empresa, y finalmente llegará la SGAE a cobrar su parte de las fiestas. Así, el grupo de personas implicadas con su barrio no sabrán con qué pagar todo esto.

Quizás se les ocurra recorrer los establecimientos hosteleros del barrio, convenciendo de lo buenas y necesarias que son las fiestas para la zona y cómo beneficiarían a los bares. Pero es difícil, la crisis ha afectado a los bares del barrio, muchos han cerrado y otros cambian de propiedad cada seis meses. Puede ser que algún hostelero u hostelera preguntase si también se les pide dinero a los establecimientos del centro para las fiestas de Avilés. Y la respuesta sería seguramente negativa, pues las fiestas del centro las paga el Ayuntamiento. Ante esa información, no es difícil imaginar la respuesta del hostelero. "Claro, claro, esto no pertenece a Avilés".

En esa situación, nuestro joven grupo deseoso de tener sus fiestas, se dirigiría a las personas mayores de la asociación de vecinos y vecinas del barrio, que les harán saber que hay poco dinero, que la subvención municipal es para todas las actividades del barrio y es muy pequeña, por eso para las fiestas queda muy poco. Desesperado, nuestro grupo de jóvenes cejaría en su intento: "No pasa nada, creo que en Gijón hay un concierto muy bueno".

¿No sería lógico que las propias técnicas y técnicos municipales elaborasen los planes de evacuación y emergencia para todas las actividades culturales, deportivas y festivas que se desarrollan en nuestra villa?

¿No sería mejor que las ambulancias y servicios sanitarios que están presentes en las fiestas corran a cargo del consistorio?

Y ¿por qué no esperar que las instalaciones eléctricas necesarias para la realización de las fiestas fueran hechas por personal operario municipal?

Incluso, ¿no sería deseable que el Ayuntamiento avilesino dispusiera de sus propios escenarios o tarimas para la realización de fiestas y eventos?

Pues parece que no, que todas estas cuestiones hay que alquilarlas o contratarlas con empresas privadas.

Así, los planes de emergencia de las fiestas del centro de Avilés los paga el Ayuntamiento; los de los barrios, no. Incluso los servicios sanitarios y ambulancias de las fiestas del centro las costea el Ayuntamiento; pero las de los barrios, no. Y finalmente, la instalación eléctrica, los escenarios y el canon de la SGAE de las fiestas del centro están financiados por el Ayuntamiento, el de los barrios no.

En definitiva, para el Ayuntamiento avilesino, las fiestas de los barrios no son fiestas de Avilés.

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