El 8 de noviembre, 50.000 asturianos elevaron en Avilés su voz en un grito unánime contra el cierre de Alcoa, antes Empresa Nacional del Aluminio. No se manifestaban por la pérdida de 300 empleos, al fin y al cabo miles más se perdieron en la reconversión del carbón, de la siderurgia o la construcción. Hacían piña por el futuro de sus familias y de la comunidad.

Porque lo que nuestros dirigentes autonómicos y nacionales no comprenden, la ciudadanía lo tiene claro: sin industria no hay futuro para la Nación.

Basta ver que en los últimos 20 años los países que han apostado por la industrialización, cuyo paradigma es China, han multiplicado por 10 su PIB, y han pasado de un escaso 15 % del PIB mundial al 40%, y los que, como España, cuyo paradigma es EE UU, han renunciado a su industria básica y han pasado del 80% al 55%.

Así lo han entendido países como Francia, Italia o EE UU que, en los últimos años, han impedido el cierre de sus fábricas de aluminio primario u obligado a reabrir la antigua fábrica de Pittsburgh.

La ceguera de nuestros dirigentes aboca al cierre total de nuestra industria básica del aluminio y, con ella, mandan una señal a las grandes multinacionales del resto de la industria básica del metal, que no está dispuesto a defender los intereses de la Nación y de sus trabajadores y trabajadoras, y someterse a la rapiña de los depredadores de la globalización.

Frente a ello, el camino lo han marcado las valientes trabajadoras de nuestros supermercados, unidas en una lucha común y quebrando la resistencia y las amenazas de la patronal, dispuestas con un gran sacrificio, dados sus precarios sueldos, a parar durante una semana, haciendo daño donde más les duele: sus beneficios abusivos.

Es hora de poner sobre la mesa la exigencia de la nacionalización inmediata de las tres fábricas de Alcoa, con control de los trabajadores para que no se repita la vergonzosa venta de Endasa por parte de los que se proclaman patriotas, pero que la venden por un plato de lentejas.

La bandera se puede usar como mortaja para tapar la muerte de la industria como hacen esos falsos patriotas o para levantarla con orgullo mientras se lucha en la defensa de nuestros puestos de trabajo, como siempre han realizado los trabajadores y trabajadoras de Asturias.

Es hora de decirle al pusilánime Gobierno autonómico y al Gobierno de la Nación que deben tomar una postura de firmeza. Ganemos Avilés y miles de firmas de avilesinos y avilesinas hace más de un mes hemos exigido la nacionalización del aluminio primario. Si no saben defenderlo es mejor que se echen a un lado. El pueblo avilesino y asturiano ni perdonará ni olvidará su negligencia.