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Psicóloga

En busca de la tranquilidad perdida

Ante la creciente demanda de una vida más serena y tranquila

Hace tiempo que Irene no se encuentra bien y, a pesar de que aún no ha cumplido los 40, siente un constante cansancio. En su trabajo ha habido cambios y cada día es para ella como una maratón para sacar adelante el trabajo que antes hacían entre tres. Además, a su alrededor, todo el mundo le pregunta que para cuándo piensa tener un bebé. A este nuevo año sólo le pide encontrarse más tranquila.

Pablo tenía una familia estable, pero su relación de pareja estaba tan deteriorada que, tras muchos años de funcionar por inercia, llegó, hace un año, la casi inevitable separación. Actualmente, se ha quedado estancado en su soledad, percibe que todo el mundo está bien menos él y vive con una continua sensación de fracaso personal. No se siente a gusto en ningún lado y al 2019 le pide poder tener mayor tranquilidad.

Hay personas que, como Luisa, duermen mal, cada vez peor. De noche, cuando ya se encuentra en la cama, le da vueltas y vueltas a todo lo que tiene que hacer al día siguiente, a todo lo que puede salir mal o a todo lo malo que les puede pasar a ella o a alguien de su entorno. Quiere dejar de pensar, pero cuanto más lo intenta es peor, más le vienen las preocupaciones a la cabeza. Sentirse más tranquila es su deseo para este año que comienza.

A Javier le preocupa especialmente el futuro, las noticias diarias le llevan de sobresalto en sobresalto, que si la corrupción institucionalizada, que si el cambio climático, que si la pérdida de valores sociales, que si el machismo que mata... Cuando le desean feliz año sólo piensa en que sea un año tranquilo.

Pues vaya, ¿qué ha pasado con los deseos tradicionales de Año Nuevo sobre bajar de peso, dejar de fumar, apuntarse al gimnasio, mejorar el nivel de inglés o aprender a tocar un instrumento, la guitarra, por ejemplo? Como sigamos así la tranquilidad será un bien de lujo, al alcance de muy pocas personas. Miedo me da que acabe cotizando en Bolsa...

¿Qué nos pasa que vivimos como si fuéramos bombas de nitroglicerina a punto de estallar? ¿No les da la sensación de que cada vez nos resulta más complicado afrontar de forma serena los problemas "normales" de la vida?

Porque vivir supone tener problemas, sí, pero nunca son igual de importantes, ni ocurren todos y cada uno de los días de nuestra vida. Además, la gran mayoría pueden tener alguna forma de solución o alguna alternativa que, sin ser perfecta, mejore la situación.

Las personas que viven de una forma más tranquila no es que no tengan problemas, es que los enfocan de otra manera. Pueden llorar, enfadarse o frustrarse en algunos momentos, pero buscan la forma de afrontar lo que sea que les esté ocurriendo.

Porque si no nos ayudamos, acabaremos como los personajes de la novela "Un mundo feliz", a los que el estado proporciona una droga llamada "soma" con el fin de mantenerlos tranquilos y contentos, aún a costa de perder su esencia y su libertad. Y, ahora que lo pienso, quizá ya estemos llegando a esa visión distópica de Aldous Huxley, dado el excesivo y creciente uso de benzodiacepinas en nuestro país. De hecho, es un dato contrastado que somos uno de los mayores consumidores de Europa y, curiosamente, ni aun así vivimos de forma más tranquila.

El caso es que, como en tantas circunstancias de la vida, al final, es una cuestión de la actitud que adoptemos y de las decisiones que tomemos. Aprender a priorizar, decir algún "no" de cuando en cuando, tener expectativas más realistas, negarnos a consumir de forma compulsiva, dejar de autocompadecernos, prestar más atención a lo que sí que está bien en nuestras vidas, son sólo algunos ejemplos que nos pueden funcionar. Supone algo más de esfuerzo, pero merece la pena, la tranquilidad no tiene precio...

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