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Diario de a bordo / El irredentismo comarcal (LXII)

Matrimonios de conveniencia

Los enlaces promovidos por los prusos para avanzar en sus intereses

Decíamos que senadores, abogados, políticos, familias pudientes de la nobleza y la burguesía avilesina, fueron "tocados" por los prusos. Pero la RCAM también recurrió a métodos tradicionales para tejer redes de poder. Nos estamos refiriendo a la política matrimonial.

Ya habíamos relatado cómo el director de la RCAM, Pedro Pascual Uhagón y Vedia, casa a su hija, Isabel Uhagón Casanueva, con David de Llano-Ponte Prada, en noviembre de 1905, convirtiéndola en cuñada del Marqués de Ferrera consorte, Genaro de Llanoponte y Prada.

David de Llanoponte, yerno del director de la RCAM, regentaba la famosa Fundición Manzaneda, situada en la calle de la Industria, actual calle de Llanoponte, y era hermano de Genaro de Llanoponte, Marqués de Ferrera consorte por su matrimonio, en agosto de 1895, con María Remedios Santa Cruz y Navia-Osorio, III Marquesa de Ferrera y IV Marquesa de San Muñoz.

Con estas relaciones familiares tejidas por Arnao, no debe extrañarnos que el gabinete jurídico del Marqués de Ferrera estuviese al servicio de la RCAM en los contenciosos territoriales que la empresa y su "alter ego", el Ayuntamiento de Castrillón, tenían con Avilés sobre al control del Espartal y de la dársena de San Juan. En realidad, todo quedaba en familia.

Por otro lado, el padre de los dos hermanos Llanoponte (uno, Marqués de Ferrera consorte; y otro, yerno del Director de la RCAM) era Rodrigo de Llanoponte y Maqua. Pues bien, el Director de la RCAM, el ingeniero vasco Pedro Pascual Uhagón y Vedia, que había casado a su hija Isabel con David, hermano del Marqués de Ferrera, tenía otro vástago, Valeriano Uhagón Casanueva, al que casa con María Luz de Maqua y Carrizo, hija de Francisco Javier Maqua y Pozo, primer Marqués de San Juan de Nieva. La boda se celebró en Avilés el 21 de junio de 1911.

Con ello se cerraba el círculo, es decir, la relación de los Maqua con los Santa Cruz y Navia-Osorio, léase Marquesado de Ferrera, y con la familia Uhagón, es decir, con la RCAM. Tenemos entonces que el Director de la RCAM casa a su hijo y a su hija con miembros de la familia Maqua, por un lado con la rama emparentada con el Marqués de Ferrera y, por el otro, con la rama que accede al Marquesado de San Juan de Nieva.

El título nobiliario de marqués de San Juan de Nieva, fue otorgado por la Reina Regente, doña María Cristina de Habsburgo, durante la minoría de edad de su hijo don Alfonso XIII, a don Francisco Javier de Maqua y Pozo, el 19 de junio de 1893, es decir, cuando estaba en su momento álgido la desecación de las marismas de la Ría de Avilés, y también la ofensiva de la RCAM por controlar definitivamente todo el Coto de Raíces así como los esteros en donde se había construido la Dársena de San Juan.

El abuelo del primer marqués de San Juan de Nieva, también llamado don Francisco Javier Maqua, se había casado con una nieta de don Manuel González del Valle y Álvarez-Buylla, hermano del primer marqués de Campoameno, don Alonso González del Valle. Había edificado su casa en la calle de la Cámara de Avilés, en una extensa heredad que lindaba también con la calle de Cabruñana y que había adquirido tras las desamortizaciones conventuales de la villa.

La familia Maqua también tuvo intereses importantes en el negocio de desecación de marismas en la ría de Avilés pero, en este caso, en la margen derecha del estuario. Se trataba de los esteros de Llodero y las aceñas de San Juan, que estaban situados aguas arriba de la península de San Juan de Nieva, en la llamada ensenada de Llodero y en el valle de Las Aceñas, drenado por el arroyo de Vioño.

Los Maqua habían construido una quinta de recreo en El Puntal en la segunda mitad del siglo XIX. En los informes que obran en el Archivo de la Demarcación de Costas de Asturias sobre la finca y la construcción, que ocupaba una parcela de 8.515 metros cuadrados y había sido levantada sobre terrenos marismeños, no consta ningún tipo de autorización en virtud de la cual la ocupación del terreno se justificase legalmente. Sin embargo, sí consta que desde la autoridad gubernativa se propuso la imposición de un canon a los ocupantes, a razón de 0,10 pesetas por metro cuadrado. La Ley Hipotecaria vigente, que avalaba el poder registrar como propiedad una finca tras 40 años de posesión pacífica, hizo el resto.

Ya en 1878, Francisco Javier de Maqua, el que a la postre sería el primer Marqués de San Juan de Nieva, presentó un proyecto para desecar y aprovechar para cultivo 6,42 hectáreas de playa y marisma de Llodero, terrenos contiguos a la quinta, y esta iniciativa fue sancionada favorablemente por la R. O. de 24 de julio de 1881. Posteriormente, ya en 1901, se le concede a su viuda, doña María del Carmen Cañedo y Sierra, el saneamiento de las marismas de Las Aceñas. Las 38,04 hectáreas de los esteros de Las Aceñas debían ser dedicadas a fines agrícolas y, en las escrituras, se indicaba que la concesión era a perpetuidad. En 1910, la Marquesa obtuvo también la concesión de las marismas de Llodero, una vez caducada la anterior concesión que había sido obtenida por su esposo en 1881. Pero en esta ocasión, la concesión que obtiene la Marquesa es a perpetuidad.

Toda esta ingente cantidad de terrenos públicos que, de forma prácticamente gratuita, obtiene la familia Maqua en la margen derecha de la ría, tenían en sí mismos gran valor. Pero, imagínense el que alcanzarían si el proyecto primigenio de la vía férrea que habría de unir Villabona con el puerto de Avilés se hubiese llevado a cabo. Ese primer proyecto, tenía previsto la estación en la Industria, y un ramal hacia el nuevo puerto que habría de hacerse en San Juan de Nieva, en la margen derecha. La estación final de este ramal sería, precisamente, estos terrenos de Maqua que serían, necesariamente, el área logística del nuevo puerto, proyectado en la zona del fondeadero del Monumento.

Al final, el ferrocarril se construye por la margen izquierda, porque para la RCAM era mucho más interesante, dada la conexión férrea que ya tenía establecida desde su embarcadero, en la bocana de la ría, con sus instalaciones de Arnao. Estos intereses de la empresa belga prevalecieron, en parte, por las alianzas que establece con los propietarios de las marismas desecadas de la margen izquierda, y también, por el visto bueno del Gobierno al proyecto y presiones prusas. Para los titulares de las marismas desecadas, la nueva vía férrea revalorizaba de forma importante sus propiedades, por los aledaños de las cuales ésta discurría. Pero, el huevo cartaginés había sido depositado también en el nido de la margen derecha, por si acaso.

Las conexiones de la tela de araña tejida por la RCAM, incluía también a políticos de las dos facciones que pugnaban por el control de la villa avilesina. Un ejemplo más. "El Vigía", periódico local que decía de sí mismo que era un "semanario político-literario y de intereses morales y materiales", defendía la estación de ferrocarril avilesina en la calle de la Industria, así como la margen derecha para el paso del ferrocarril hasta el fondeadero del Monumento. Era además, el órgano oficioso de expresión de "los Industriales" que capitaneaba Genaro de Llanoponte, Marqués consorte de Ferrera. Pues bien, este periódico, en julio de 1894, acusa al Alcalde avilesino, don Cesáreo de Silva Inclán de connivencia con los prusos en el conflicto territorial con Avilés, al escribir lo siguiente:

"Qué hace el alcalde señor Silva, que defendió como letrado al concejo de Castrillón en dicho pleito contencioso-administrativo, en vez de acudir a los tribunales en demanda del derecho que Avilés puede tener...".

En definitiva, El Vigía acusa a "a los Cantistas", es decir, los partidarios de Julián García San Miguel, Marqués de Teverga, de que su alcalde, el abogado Cesáreo de Silva Inclán, estaba contratado y al servicio de Castrillón y, por tanto de la RCAM.

Sin embargo, la acusación del Vigía es cosa curiosa porque, por estas fechas, el gabinete jurídico del Marqués de Ferrera era el que asesoraba y libraba pleitos defendiendo los intereses prusos, y tenía entre sus miembros al abogado Victorio García Pola, familia de Floro Mesa, principal figura de los de San Miguel en Avilés. También un hijo de Floro Mesa, el abogado Horacio Mesa, fue contratado por la RCAM y actúo defendiendo a la empresa en contenciosos con el Estado y la Junta de Obras, para la obtención de un cantil gratis en la nueva Dársena.

Por tanto, lo mismo entre los "cantistas" que entre los "industriales", había personas que trabajaban sumisamente para la RCAM, que les pagaba muy bien, y quizás las acusaciones entre unos y otros se debiesen más al objetivo vergonzante de los celos por ver quien sacaba mejor tajada de los prusos, que por el explícito de la defensa real de los intereses del municipio avilesino.

Por otra parte, Genaro de Llanoponte y Prada fue, posteriormente, uno de los creadores de La Voz de Avilés, figurando el primero de los comparecientes ante el notario para otorgar la escritura de constitución de este periódico. Un medio de comunicación, que nacería como el órgano de expresión de los pedregalistas, enemigos acérrimos de los seguidores del Marqués de Teverga. El marqués, ya ven, pasa directamente de los "cantistas" a los "pedregalistas". Pero de las relaciones de éstos con la RCAM hablaremos en otro capítulo.

Así sucedió, así se lo he contado, y así queda anotado en mi Diario de a Bordo. Pero la historia continúa...

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