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Un poeta mayúsculo

Repaso a la figura y la obra de Antonio Machado al cumplirse 80 años de su muerte

Hace 80 años, el 22 de febrero de 1939, entregó su alma a las tres y media de la tarde el mayor poeta español del siglo XX en el exilio de Collioure, un pueblo insignificante francés: don Antonio Machado. La guerra civil y sus trágicas escuelas e incomprensiones le obligaron, en contra de su voluntad, a abandonar su querido Madrid. Sus amigos, los también poetas Rafael Alberti y León Felipe, le convencieron yendo rumbo a Valencia. Salió de su querida España por Barcelona acompañado de su madre, Ana Ruiz, su hermano José, su cuñada, esposa de éste, Matea, y sus tres sobrinas, Carmen, María y Eulalia, como lo hicieron medio millón de españoles más que nada por ideas políticas que solo conducen, en un bando y en otro, a sangre, sudor y lágrimas.

Fue enterrado al día siguiente, el 23 de febrero, envuelto el féretro con la bandera republicana, siendo llevado a hombros por milicianos de la Segunda Brigada de Caballería "Andalucía". El Ayuntamiento de la ciudad donde reposan sus restos le regaló el terreno donde fue construida su tumba. Varios días después, su hermano José, profundamente apenado, encontró en el bolsillo de su gabán un pequeño y arrugado trozo de papel. En él había escrito a lápiz sus últimos y atinados versos: "Estos días azules y este sol de la infancia".

Gran fumador y enfermo del corazón, dos años antes le había escrito a un amigo: "Soy viejo y enfermo? Viejo porque paso de los 60, que son muchos años para un español; enfermo porque las vísceras más importantes de mi organismo se han puesto de acuerdo para no cumplir exactamente su función".

El excelente poeta Gerardo Diego afirmó del autor de "Soledades y campos de Castilla": "Hablaba en verso y vivía en poesía". Fue miembro de la Real Academia de la Lengua, aunque nunca ocupó el sillón asignado, miembro ilustre de la asociación de Amigos de la Unión Soviética e hijo adoptivo de Soria. Como él, mi alma que ama la vida vibra con sus palabras ejemplares: "Mi corazón espera/ también hacia la luz y hacia la vida / otro milagro de la primavera". Desde niño conozco y sé de memoria muchos de sus inmortales luces poéticas. "Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que era dios lo que tenía dentro de mi corazón".

El misterio secreto de la existencia quiso que muriera un Miércoles de Ceniza y que su anciana madre, de 85 años de edad, falleciera tres días después en el mismo día de su onomástica, por amor y dolor de su hijo muerto, en un sincronismo que deja abierta las esperanzas hacia otro mundo mejor. En "Juan de Mairena" el vate inmortal dijo como un sabio taoísta: "Por mucho que un hombre valga nunca tendrá valor más alto que llamarse hombre".

Nació en Sevilla el 26 de julio de 1875, en la festividad de su madre, en el día de Santa Ana, la madre de la Virgen María. Fue hijo de abogado y nieto de médico. Pintó su maravillosa infancia en apenas un suspiro: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero". No se puede decir más con tan pocas palabras. Fue un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra, víctima de sí mismo y de las circunstancias históricas que le tocó vivir. Su amor platónico con Leonor se cubrió de oro en un matrimonio donde ella contaba a la sazón 15 años y él 34, falleciendo su amada tres años después presa de una tuberculosis entonces insuperable.

Fue uno de los encargados de izar la bandera tricolor en el balcón del ayuntamiento de Segovia tras la proclamación de la Segunda República, donde se le concedió, de forma bien merecida, la cátedra de francés en la capital de España. En su autobiografía escribió: "Tengo un gran amor a España y una idea de España completamente negativa. Todo el español me encanta y me indigna al mismo tiempo. Mi vida está hecha más de resignación que de rebeldía".

Un auténtico poeta es de todos y de nadie, pertenece al universo, no tiene patria, es inmortal, habla el lenguaje de las flores, viaja por las estrellas, su religión es lo sensible y su ideología, el amor. Que el bueno y excelso poeta de todos los tiempos muriera de esa forma y de esa manera dice muy poco sobre las personas que lo permitieron. Y la historia, con sus grandes mitos y leyendas, se vuelve a repetir y se repetirá una y otra vez hasta que el alma se libere de sus negras angustias y no tome la vida como una guerra.

Mientras viva y ame la paz y el sentido místico de las cosas, lo seguiré cantando a lo largo del sendero, la tarde cayendo está? Y la magia de sus versos, la sonora emoción de mis entrañas, repetirá siempre una vez más hasta el final de mis días su y mi estribillo preferido: "Y cuando llegue el día del último viaje / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje / casi desnudo, como los hijos de la mar".

Descansa en paz, querido amigo.

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