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Hazañas de Pedro Menéndez

Nacimiento en Avilés

La localidad en la que vino al mundo Pedro Menéndez apenas contaba con cien casas y quinientos vecinos

A orillas del mar Cantábrico, en las Asturias de Oviedo, escondida en el fondo de una ría que enmarca por el oeste una península coronada por el cabo de Peñas, se halla la pequeña villa de Avilés. A finales del siglo XV, cuando aún no se había repuesto del pavoroso incendio que había destruido un tercio de su caserío, su población no llegaba a alcanzar las 500 almas.

Hay quien afirma que el incendio no fue por accidente, sino consecuencia de las luchas entre los partidarios de Isabel de Castilla, la que llegaría a ser la Reina Católica, contra los seguidores de su sobrina, conocida como Juana la Beltraneja. Sea como fuere, en noviembre de 1478 tiene lugar ese incendio devastador.

Una cerca de mampostería rodeaba el caserío al que se podía acceder desde el exterior a través de cinco puertas. Dentro de los muros, no había más de noventa o cien casas, la mayoría de planta y piso que, en su frente a la calle, apoyaba sobre columnas de madera o piedra, formando soportales. No superaban la veintena, contando la iglesia parroquial, las que tenían paredes de piedra. La mayoría, eran modestas construcciones de ripia, cal, madera, paja y teja, presa fácil de las llamas, que llegaron a destruirlas casi en su totalidad.

A partir de 1479 Avilés emprende su reconstrucción, tarea que se prolongará muchos años y para la que contó con un privilegio otorgado por los Reyes Católicos en 1479, el mercado franco de alcabala; o sea, un mercado libre de impuestos para que la villa se volviese a reconstruir y a poblar.

Las calles, dentro del recinto amurallado, eran únicamente cuatro. La primera y más larga, era el Camino Real procedente de Grado, que penetraba en la ciudad por la puerta de la Cámara o de Cabruñana para salir por la Puerta del Puente, por detrás de la iglesia (vieja) de San Nicolás. Esta calle, que en el interior de la muralla recibía el nombre de Calle Real, se prolongaba hacia Gozón en forma de camino, atravesando el puente sobre la ría. Perpendicular a ella discurrían la segunda, era el Camino Real procedente de Oviedo que, después de atravesar "El Rivero" entraba a la ciudad por la Puerta del Alcázar. Dentro de los muros llegaba hasta la Puerta de la Mar, por la que salía a un estrecho pasillo al lado del estuario del río Tuluergo en su encuentro con la ría. Por este pasillo, desde la puerta hacia la izquierda, se accedía a un rudimentario puente de madera que, cruzando el río y las marismas, conducía al arrabal de Sabugo. Esta calle, que era la más importante de la villa, tenía dos tramos: el primero, desde la Torre del Alcázar hasta la plaza de la Baragaña, se la denominaba Calle Principal o de la Ferrería; al segundo, desde la plaza dela Baragaña hasta la iglesia parroquial, Calle Mayor o de San Nicolás.

La tercera calle, paralela a la anterior, era la que se adentraba en la villa por la Puerta del Reloj o de Cimadevilla. Un hueco muy estrecho por el que no podían acceder los carromatos, solo personas y caballerías. Provenía de un camino que conducía al Convento de San Francisco del Monte y a los robledales llamados del Carbayedo, atravesados por un camino de ganado llamado "La Galiana". Hacia el interior del caserío, después de la puerta, se la denominaba Calle de Cimadevilla, pero con posterioridad al incendio, pasó a llamarse como Rúa Nueva o Calle de La Fruta. Este primer tramo, empezaba en la Puerta del Reloj y concluía en la conocida como Plaza de la Villa. El segundo tramo la gente lo denominaba "Calle Oscura", por la pronunciada estrechez de la misma, que hacía que las casas de ambos lados de la vía estuviesen casi pegadas. Se extendía desde la Plaza de la Villa hasta la casa fortaleza de la familia Alas. La cuarta calle era la que unía la de La Fruta y la de la Ferrería, así como las plazuelas de la Baragaña y de la Villa. Era la conocida como Calle del Azogue, o también de La Pescadería y también Calle del Sol. En ella era donde se celebraban los mercados.

En ese Avilés, que se reponía del tremendo incendio que lo había destruido en el años 1478, XV, tenía su casa Diego Rodríguez de Avilés, señor de la Casa y Distrito de Santa Paya en Pravia. Era una casa de piedra, como correspondía a su linaje hidalgo, y estaba ubicada en la calle Mayor o de San Nicolás, cerca de la parroquia de la villa. Su hijo Juan Alfonso Sánchez Álvarez, señor de la Casa de Santa Paya como su padre, y combatiente en las guerras de Granada con los Reyes Católicos, había contraído matrimonio con María Alonso de Arango, también natural de Pravia. Fruto de esa unión nacería en Avilés, el 15 de febrero de 1519, Pedro Menéndez.

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