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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Enemigas íntimas

Pascal Rambert es un escritor francés que en España ha presentado tres dramas tan graves como tres montañas. El primero fue "La clausura del amor"; el segundo, "Ensayo" y el último, "Hermanas". El primero se vio en el teatro Palacio Valdés no hace mucho (2016). Salían Bárbara Lennie e Israel Elejalde. El segundo título está ahora de gira. Elejalde lo dirige. El tercero, el que antes de anoche se representó en el odeón avilesino, devuelve a Lennie a la escena local y lo hace junto a Irene Escolar: las dos como dos duelistas o dos boxeadoras a muerte y sin remisión.

Bárbara Lennie, Irene Escolar... en ellas reside parte del talento verdadero del teatro más contemporáneo. Las dos lo han demostrado sobradamente ante el respetable avilesino. Lennie fue una de las protagonistas de la deliciosa "El tratamiento", de Pablo Remón, una comedia loca y romántica que se vio en Avilés por primera vez hace un año. Escolar, por su lado, estuvo en "Blackbird", en "El público", de Lorca...

"Hermanas" tiene toda la pinta de ser un título a recordar en libros de texto. Las dos mujeres son superlativas, las dos juntas congelan el ánima de los espectadores, las dos juntas conmocionan al personal, lo clavan en la butaca y le hacen pensar en si de verdad eso que se ve sobre las tablas es trampa o es cartón. O acaso verdad. Y cuando la respuesta es afirmativa, la ausencia de ánima se deja notar con fortaleza. O sea, "Hermanas" es una función que exige la mayor frialdad posible a los espectadores porque al final esa frialdad se transforma en agua hirviendo.

La función también dejó sin aliento a las actrices. Sigue la estela de "La clausura del amor": las palabras dejan de ser palabras y se transforman en misiles en una guerra en que el público es personal civil durante un bombardeo de odio enterrado por años de rencor... y a uno, insisto, se le pone un mal cuerpo que ni te cuento.

Lo bueno de "Hermanas", pues, son las dos actrices. Que son extraordinarias. Las dos hermanas son como los duelistas de Joseph Conrad. Los dos caballeros de los húsares que siempre encuentran razón para continuar la pelea secular. Eso es lo que plantea Pascal Rambert, el señor francés que es el autor del drama que se representó el viernes en Avilés.

Pero lo malo es Rambert y su prodigioso don de la palabra. Escribe y escribe y hace decir a sus actrices en escena cosas que nadie dice fuera de ella. Que Rambert es pedante hasta extremos de pavor. Que el cuerpo es un cuerpo y no "una estructura ósea"... Y no sirve la excusa de varias líneas de la discusión entre ambas hermanas (parece una lección de funcionalismo lingüístico, puro Ferdinand de Saussure, o sea, cada palabra tiene significante y significado y los dos aspectos se reflejan en el espejo de las cosas nombradas). Y, pese a todo, las dos actrices componen un drama de esos que se van a llevar para siempre a la espalda. "Hacemos teatro con lo que no podemos resolver, ponemos en escena lo que nos inquieta", ya lo dijo el académico Juan Mayorga.

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