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Crítica / Música

Antológica desgarrada de fado

Tras la bienvenida y presentación del acto por Juan García, de la Sociedad de Amigos del País de Avilés y Comarca, Fernando Balbuena -empresario y doctor en Ciencias Políticas y Sociología- hizo una breve alocución sobre las relaciones históricas de España y en particular de Asturias con Portugal; luego José Manuel García - avilesino amigo de los invitados fadistas y colaborador en la organización del acto - , introdujo en unas breves y sentidas frases las emociones que podrían ayudar a buscar la sintonía para vivir una velada de fado, a un público que llenaba el restaurante del hotel.

Comenzó la cena -bien servida y bien preparada- con el fondo de una primera guitarrada (música fadista, sin canto) de "Variações", que resultó muy inquietante y pensé que era el comienzo de un bienintencionado quiero-y-no-puedo. Luego, en el transcurso de las cinco intervenciones de músicos y cantantes a lo largo de la velada, las guitarras se fueron templando y adaptando a las voces e interpretaciones de Leonor Santos y Paulo Cangalhas. Y junto a ellos, nosotros los espectadores también parece que entramos en esa deseable situación ante la que los portugueses dicen que el "fado acontece".

Leonor Santos es una fadista de Porto que lleva muchos años cantando bien, antes en la casa de fados O Fado y ahora en otros varios establecimiento de la capital del Douro; ha estado en Asturias, al menos un par de veces en Avilés y otra en Bueño. Paulo Cangalhas, que venía a Asturias por vez primera, celebró en esa noche su cuadragésimo primer aniversario y le cantamos cumpleaños feliz, a la vez que se le entregó una tarta con velitas. Paulo es un "fadista de raça (raza)", con una pasión y una voz notables y un repertorio rico, de fados castiços (castizos) que va desgranado noche a noche en la casa de fados Taverna do Rei, que dirige, también en Porto. Oímos unos veinte o más fados, entre los que estaban "Voltaste", "Carmencita", "Na igreja de Santo Estevão", "Foi na Travessa da Palha", "A cinta vermelha", Vielas de Alfama", "A saudade está cansada" y ¡cómo no! "María, la portuguesa", que por cierto no es un fado, sino una copla.

Todo se iba orientando y enriqueciendo hasta un final que no sé si es una exageración, pero me atrevo a denominar de "apoteosis", que fue el dúo o "desgarrada" con la música del Fado Menor de Porto y la letra de una mezcla de estrofas y versos de lo más sentido del repertorio fadista: "Madre mía, yo canto en la noche / porque el día me castiga / y es en el silencio de las cosas /donde escucho la voz amiga..." Y así todas, para que notemos que el fado emociona, arrebata, sosiega, exalta, conmueve, "arrepia"(pone los pelos de punta)... "El fado es todo lo que digo y lo que no se decir", como citaba José Manuel al principio, tomado del fadista Anibal Nazaré. En fin, una maravilla,...en Avilés. Y hasta la próxima.

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