Natalio Grueso ha sido fiel a sí mismo durante sus dos mañanas de interrogatorio en la Audiencia Provincial por el "caso Niemeyer", eso nadie se lo puede negar. En cuanto a las formas, ha mantenido el tono altivo, cuando no desafiante, que le ha caracterizado desde que puso un pie en el centro cultural, hasta el punto de que se ganó seis reprimendas por parte del presidente del tribunal en apenas tres horas. Y, en el fondo, ha sido coherente con su relato respecto a las sombras de la gestión en el complejo: la culpa del descontrol en las facturas es del patronato (es decir, de los responsables políticos) y no de él. A Grueso cabe reconocerle que haya respondido a casi todas las preguntas formuladas, a excepción de las preparadas por la acusación particular de Foro, representada por Teresa Domínguez, concejala en Corvera. Aunque algunas de sus respuestas siguen dejando vacíos por llenar. Los jueces decidirán.
