Pero no de las de Avilés, sino de las primeras amigas de Paula, la hermana de don José Frassinetti. Después llegarían las nuestras.
Hay personas inconfundibles, únicas, inimitables. Y una de ellas es Paula Frassinetti. Una mujer decidida y valiente, de esas que sólo existen cada muchos años. Su Génova natal o la cercana Quinto al Mare se le antojaban pequeñas cuando, asomada a la ventanina de su habitación, soñaba con inmensos horizontes. ¡Qué grande era Paula!
Sólo ella pudo lograr que aquellos sueños se hicieran nombre: el de cada niña que disfrutaba en el Gianicolo romano el significado de las palabras madre, hogar y acogida; fue tal la fuerza de su empeño que puso nombre a sus horizontes: Italia, Portugal, Brasil, España, Malta, Estados Unidos... Tanta bendición regaló con su vida que esos mismos horizontes conseguidos la hicieron Santa. A 210 años de su nacimiento sólo podemos decir por ella: ¡Gracias!
Hace unos pocos años algunos alumnos y exalumnos así lo vivimos en Roma. De Paula, centenares de avilesinos en tantas décadas aprendimos el valor de las cosas pequeñas, expresadas en tres palabras italianas que todos chapurreábamos: "In simplicitate laboro". Con ella comprendimos que ser de Doroteas no era pertenecer a un colegio más, sino formar parte de una gran familia.
Es verdad que todos tendrán recuerdos más o menos buenos, pero al final la lección pequeña que todos cantábamos era la misma: "Cada cual tuvo a su modo su sueño de libertad". ¡Mereció la pena!
No sé cómo será el Paula Frassinetti del mañana, pero seguro que de los que trabajan en sencillez, sin dar la nota o buscar protagonismo. El estilo inconfundible de Paula era ese, puedo dar fe: pasar de puntillas. Y esa lección siempre merecerá la pena? estoy convencido: si yo no hubiera sido -¡soy!- de Doroteas, sinceramente, me moriría de envidia.