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Corriente alterna

Economía y sexo

Unos apuntes sobre Marx y Freud

La Historia, dice el filósofo Karl Marx, se explica totalmente desde la economía y, por lo tanto, nos encontramos con que tras toda actividad política, militar o de cualquiera otra índole, subsiste el interés económico de quienes promueven guerras o conflictos, aunque traten de enmascarar sus intenciones tras elevados ideales, como la defensa de la religión o de la patria.

Si aceptamos este postulado, hijo tanto del materialismo histórico como del dialéctico, hemos de concluir viendo la gran contradicción que encierra en sí el marxismo, ya que las conductas colectivas no son sino la suma de las individuales y, al fin y al cabo, el individuo y no la masa es la exacta medida de todas las cosas.

Por ello, es claro que las conductas individuales encierran en sí -legítimamente si se quiere- un afán de mejorar su condición económica y esto no es explicable sino desde el punto de vista del derecho a la propiedad privada, ya sea de dinero, bienes o industria, por lo que cada individuo se esfuerza en trabajar, ganar dinero y mejorar en lo posible su patrimonio.

Y esta y no otra es la explicación del fracaso comunista, que pretende socializar todos los bienes y "dar a cada uno según sus necesidades" lo que, además de imposible en sí mismo, por las propias dificultades de valoración, es absolutamente utópico, toda vez que el sentido de propiedad personal es inherente a la condición humana. Y basta para demostrarlo el tratar de quitar a un niño, que aún no está contaminado por ninguna filosofía política, un juguete o cualquier otra cosa de la que disfrute, pues se rebelará y formará el correspondiente disgusto personal y/o familiar.

Y dicho esto de la filosofía y sociología marxista, cuya inviabilidad está sobradamente demostrada no solamente en el plano de la realidad sino, incluso en el teórico, fijémonos ahora en otro autor de distinta índole, pero también como Marx, de enorme trascendencia social.

Me refiero al médico psiquiatra austríaco Sigmund Freud, cuya teoría del pansexualismo ha sido muy polémica y combatida por un sector de la medicina psiquiátrica, con Jung al frente, pero que, al revés que la marxista, su confirmación práctica no admite discusión.

Freud afirma que tras las actividades sociales de la humanidad, e incluso tras las patologías psíquicas, está omnipresente el sexo y la condición inexorable de su práctica, como un instinto primario, contra el que es imposible luchar. En la propia condición animal (y el hombre, pese a su racionalidad, es un animal) está la conservación y reproducción de la especie y la represión de este instinto que nos ha dado la Madre Naturaleza, engendra más problemas que su práctica, aunque ésta pretenda regularse, tanto por la ley, como por las conveniencias sociales.

Por ello, ahora que está tan en boga la publicidad -a veces inmoderada- de los abusos sexuales de los sacerdotes, sin que trate de disculpar su práctica, sí sugiero que una regulación plausible y una atenuación o quizás una solución definitiva del problema, consiste en permitir el matrimonio canónico de los clérigos que, al fin y al cabo, como la propia doctrina cristiana postula, no es solamente el fin reproductivo, sino la satisfacción de la concupiscencia.

Así pues, concluyo que el sentido común y la experiencia deben de ser nuestra guía en las conductas sociales y personales, pues es precisamente en la práctica donde las teorías se demuestran válidas, como las de Freud o falsas como las de Marx.

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