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La Isla de la Innovación es una balsa a la deriva

Sobre las verdaderas necesidades de Avilés, alejadas de proyectos faraónicos y macrourbanizaciones

El portavoz del PSOE avilesino se queja de que la oposición critique la incapacidad del gobierno municipal de llevar a cabo la Isla de la Innovación. No sabemos muy bien por qué se extraña si los hechos objetivos constatan esas opiniones.

En 2006 comenzó el peregrinaje del proyecto Nueva Centralidad-Isla de la Innovación. Un proyecto faraónico, muy al estilo del Presidente del Principado de entonces, Álvarez Areces, y en el que intervenía como protagonista el Principado, y como actores de renombre el Ayuntamiento de Avilés y el Estado.

Este era un proyecto hecho a remolque de la instalación del Centro Niemeyer en Avilés y tenía sentido llamarlo "isla" ya que se pretendía hacer una isla con forma de pez en la ría, con un canal navegable, el Niemeyer, un Palacio de América, restaurantes, lofts, oficinas, hoteles y la Escuela de Arte. ¿Qué hay en la actualidad? Solamente el Centro Niemeyer, pues la Escuela de Arte, sólo su rama de Restauración, acabó en una esquina, alejada de la famosa isla y sin apenas comunicación.

El proyecto sí que tenía unos elementos de mucha importancia para Avilés: los accesos al PEPA y la eliminación de la barrera ferroviaria. De lo primero existe escasez y de lo segundo, después de 13 años, nada de nada.

Había más cosas: un gran bulevar de entrada a Avilés, complejos deportivos y culturales y dos grandes urbanizaciones residenciales.

Pues bien, después de muchos avatares, de modificaciones periódicas del proyecto; después de acuerdos y desacuerdos; y después de destinar cientos de miles de euros a estudios y proyectos, no hay isla, no hay centralidad, sigue la barrera ferroviaria? Estamos como estábamos. Después no quiere el señor Huerga que se hable de la incapacidad del gobierno del PSOE y de que la presentación, otra vez, de la Isla de la Innovación a escasas fechas de las elecciones es un mero acto electoralista.

Cuando se quiere jugar a ser faraón, normalmente lo que se acaba vendiendo solamente es humo. Y todavía hoy quieren seguir vendiéndolo, quieren seguir empecinados en hacernos creer que la Isla de la Innovación es el futuro, cuando nada tiene que ver con el viejo proyecto de gran "isla" y de gente adinerada que iba a recalar en nuestra villa. ¡Menos mal!

Hay que poner los pies en la tierra y pensar realmente en las necesidades de nuestro pueblo. Por fin se dan cuenta de que lo que iba a ser la isla, los lofts, los restaurantes, hoteles y oficinas, es mucho mejor destinarlo a usos tecnológicos para el desarrollo de la investigación hacia la industria. Esto está bien. Pero fijémonos en una cosa. En las diferentes fases de desarrollo de los 525.000 metros cuadrados que entran en el futuro planeamiento de la zona, solamente 65.000 serán para ampliar el parque tecnológico.

¿Y el resto? Pues para el resto se sigue con el viejo proyecto. Es curioso, casi es lo único que pervive. Esto es: 315.000 metros cuadrados, que llaman "Nueva Centralidad" para una macro urbanización de viviendas; y 135.000 metros cuadrados, en la zona de la estación actual, para otra nueva urbanización residencial. Estas se unen a las previstas en Gaxín (393.000 metros cuadrados), La Llamosa (152.500), La Atalaya (105.000), etc. Esto es un despropósito, sobre todo en un municipio donde hay casi 5.000 viviendas vacías y que ha perdido 5.000 habitantes en los últimos diez años.

Avilés no necesita actualmente ningún macroproyecto, ni ninguna macrourbanización residencial. Hay que atender a la razón y renunciar de una vez por todas a pensar en Avilés desde las nubes.

Al parque tecnológico, al suelo industrial, a la eliminación de la barrera ferroviaria, a los accesos por tren y carretera para las mercancías, a esas cuestiones debemos decir que sí. Pero el concepto general de Isla de la Innovación como nueva ciudad, como nueva centralidad destinada a los yupis, debemos desterrarlo porque no produce ninguna isla de futuro, sino una balsa de piedra que lleva a Avilés a la deriva.

Del mismo modo, debemos acabar con las grandes urbanizaciones sin sentido alguno, que se escapan a la razón y lo único que producen son monstruos. La gente de nuestro municipio necesita un futuro real que no suele ser tan grande sino mucho más sencillo. ¡Miremos para los barrios!

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