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Ventanal

Votar a Europa

Un repaso a las tareas que tienen por delante los eurodiputados que salgan elegidos el domingo

El próximo 26M una gran mayoría de españoles (aunque quizás menos que el 28A) se trasladarán a los colegios electorales para ejercer sus derechos políticos en las esferas municipal, autonómica y europea. Es lógico pensar que en aquellas dos primeras existe ya una predeterminación electiva en función de un mayor conocimiento de los programas, incluidas personas, que optan a gobernar pueblos y regiones. Más albur se extiende para escoger a los que pretenden ir a Estrasburgo como miembros del Parlamento Europeo.

En el tema de la UE ha habido una pedagogía muy limitada, de tal modo que el nivel de conocimiento se reduce a que de ella han venido generosas ayudas para modernizar carreteras, transportes, depuradoras y otros servicios. Más conocidas son las aportaciones en la agricultura y las cuotas pesqueras.

En junio se cumplirán 34 años de la incorporación de España a la UE y el balance de estas tres décadas no puede ser más positivo en todos los ratios económicos y sociales, pero sobre todo la adhesión significó un cambio de mentalidad y abrir oportunidades que han desembocado en un aceptable estado de bienestar, con garantías democráticas. No todo es esplendor, y subsisten graves carencias, sectores de pobreza incluidos, más fáciles de afrontar desde la cooperación.

El más importante proyecto político de la historia contemporánea necesita renovar y plantear ideales vivificadores, en función de las exigencias de la sociedad del siglo XXI. Cuando los líderes del Tratado de Roma (1957) buscan la unión para hacer frente a los nacionalismo belicistas, las amenazas venían de los países vecinos; hoy, como dijo el presidente Macrón "los peligros proceden del exterior de Europa y del interior de nuestra sociedad".

La UE fue ideada y construida por líderes democristianos, liberales y socialdemócratas frente a la oposición de comunistas, radicales de derecha y de izquierda junto a un populismo revolucionario. Estas ideologías de pro y en contra se mantienen con los ajustes precisos de cada caso.

Ahora mismo, la UE está en crisis, pagando la penitencia por los recortes durante la quiebra de las instituciones financieras y los déficits estatales. La famosa "Troika"(FMI, BCE y Comisión Europea), con sus aplicaciones, creó millones de euroescépticos y miles de contrarios a su gigantesca burocracia y abultado presupuesto.

La guinda a la crisis la ha puesto el Brexit como la culminación de un periodo de reticencias a la construcción europea por parte del Reino Unido, que ya se puso de manifiesto cuando se opuso al euro como moneda. El Brexit, que lleva negociándose desde hace tres años, supone la negación del espíritu que a lo largo de la historia se atribuye a ese territorio de nombre mitológico.

Al nuevo Parlamento Europeo que surja de las urnas le tocará impulsar la UE social y robustecer la unión de sus miembros a pesar de las tarascadas de populistas y radicales de todos los signos.

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