La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ventanal

Sin planes para contener la crisis

Las amenazas derivadas de la recesión que llama a la puerta

El expresidente Rodríguez Zapatero ha pasado a la historia de la economía española como el jefe de Gobierno qué, cual avestruz, escondió la cabeza bajo el ala para no ver que los brotes verdes se habían agotado, los indicadores caían y la crisis golpeaba la puerta. No hizo nada salvo dar dinero público para arreglar aceras.

Ahora, la alarma viene sonando, aumentando cada poco el nivel de advertencia. Los avisos provienen de fuera y de dentro de nuestra casa. La Organización Mundial del Comercio (OMC), el BCE, la UE, FMI, los informes gubernamentales de países vecinos, descensos de la Bolsa y de producciones, explican que la economía está en los umbrales de la recesión generalizada. España no podía ser una excepción, pero el Gobierno de Pedro Sánchez se resistía a aceptar el paulatino empeoramiento de los ratios. Mil excusas de Calviño y del Mministerio de Trabajo, además de la incompetente Celaá, han tapado hasta ahora que nos encaminamos hacia escenarios de crisis, que serán más o menos graves en función de aplicar planes de contención.

El desempleo se está disparando, las exportaciones caen al igual que los precios inmobiliarios y el Ibex. Los ERE se multiplican, se cierran turnos en las empresas industriales y se suspenden inversiones propias y foráneas. Las amenazas de crisis son ya tan evidentes a nivel ciudadano que ya han empezado a desplazar, en la campaña electoral, a otras cuestiones como la rebeldía catalana, la emigración o la violencia de género.

El problema es por dónde comenzar para contener la recesión o al menos aliviarla. Las alternativas pasan por una reducción del gasto público, los recortes malditos, suprimir impuestos como aliciente a la inversión y gasto privado, recurrir, hasta donde se pueda, a la deuda pública, aplazar pagos al exterior y solicitar ayudas de créditos al FMI y al BCE. No es cuestión de ideologías, de izquierdas o derechas, sino de optar por las alternativas que mejor funcionen y sean más justas y solidarias a la hora de repartir sacrificios.

No hay tiempo para digresiones estériles. Después del 10-N se puede agravar la situación por la falta de un Presupuesto General del Estado (PGE) y las CCAA sin recibir financiación. Sánchez también puede pasar al relato histórico por sus sucesivas prorrogas de las cuentas públicas (PGE), que para mayor inri proceden de un presidente al que censuró de forma torticera.

No se trata de dramatizar, pero el horizonte se está ennegreciendo por horas. El Brexit, la lucha arancelaria, las pugnas comerciales de China, Estados Unidos y la UE, diseñan un escenario confuso que exigiría, al menos, un Gobierno estable que, hoy por hoy, no se espera. Si añadimos los tsunamis anunciados en Cataluña habrá que tener mucho músculo para aguantar la inminente tormenta.

Compartir el artículo

stats