A nuestra edad, ley de vida, es frecuente recibir la noticia de la muerte de un conocido. Y hoy me despierto con la noticia de la muerte de un buen amigo y compañero en las faenas políticas: Ricardo Fernández Suárez.
Ricardo y yo fuimos concejales y diputados provinciales en las dos primeras legislaturas de la democracia. No pertenecíamos a la misma formación política, pero éramos amigos. Y es que era muy difícil no ser amigo de Ricardo por su carácter afable y por su disposición a facilitar la convivencia entre todos los que formábamos parte entonces de la vida política.
Noticias como esta sirven para recordar aquellos tiempos en que ilusionadamente llegamos a las instituciones con afán de cambiar el mundo. Por desgracia las cosas no cambiaron todo lo que nosotros hubiéramos querido y ya tendrán que ser otros los que dediquen sus esfuerzos para lograr las deseadas transformaciones.
Al recibir hoy la noticia de la muerte de Ricardo Fernández Suárez siento no solamente que yo he perdido un amigo, sino también que nuestro querido Avilés ha perdido a uno de sus más honestos y comprometidos ciudadanos.
Que descanse en paz, y reciban mi más sentido pésame su esposa y sus hijos.
