No hace falta tener muchas luces para darse cuenta de que en Avilés queda un largo camino que recorrer en favor de los llamados transportes urbanos alternativos, es decir, los que no contaminan. Sirva para muestra, un botón: la utilización de las bicicletas municipales ha crecido la friolera de un 588 por ciento (21.250 usos) en un año con tan sólo aplicar un refuerzo de la "flota" y poner en marcha el modelo eléctrico. Pero de nada servirá seguir mejorando el servicio si, en paralelo, no se diseñan rutas para ciclistas por el casco urbano con buen trazado. Esta debe ser una de las prioridades del tan esperado plan de movilidad, que una empresa elabora ahora a buen ritmo tras un lustro de debates repetitivos y estériles. El gobierno local parece caminar en la buena dirección (desde junio hay una concejalía "verde", dedicada a este asunto, la sostenibilidad y el medio ambiente), pero hace falta otro acelerón.
