La verdad de las cosas es una ficción. Es lo bueno que tiene el teatro. Desde que el teatro es teatro. Sobre la escena, un rey antiguo se arranca los ojos cuando descubre su realidad incestuosa. Así desde hace dos mil quinientos años. El cuento basado en hechos reales es la mejor herramienta para descubrir la verdad que hace que uno sea lo que de verdad es. Esta es la tesis de "Hoy puede ser mi gran noche", una comedia dramática en forma de monólogo cuyo estreno nacional acogió antes de anoche el club del Niemeyer, lo último de "Teatro en Vilo", la compañía de Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez... y cada vez de más gente. La melancolía, el miedo al porvenir incierto, está tan generalizada que lo mejor es reírse de ella.
Noemi Rodríguez es una actriz contumaz. Sobre las tablas es Noemi (así, sin acento en la i). Junto a ella, Darlene Rodríguez. "Sí, somos hermanas", confiesa. La primera es la que lleva el peso del espectáculo, el relato-homenaje al cantante de orquesta de verano gallega. "De ninguna de la 'champions league' de las orquestas", aclara. O sea, que nada de "París de Noia". Cantante de clase obrera, piso de protección oficial, una Larousse sin abrir. "Hoy puede ser mi gran noche" es una comedia costumbrista de los años noventa, cuando la flecha sobre el pebetero y todo lo demás. Este es el contexto del espectáculo sobre las tablas, el prólogo al grano de lo que en verdad se busca: lo de la verdad de las cosas sujetas en la ficción, lo de que la creación de una mentira sobre los anclajes de la verdad es más verdad que la verdad misma. Que somos un cuento, el que nos contamos todas las mañanas. Y así somos felices.
