“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas/ en mi pupila tu pupila azul;/ ¡qué es poesía!…” ¿Cómo no referirse a la poesía, en este mes tan poético, en el que no obstante por prudencia, se ha suspendido lo que se esperaba que fuese la apoteósica inauguración de “Asturias Capital Mundial de la Poesía”? ¿Quién no conoce esos versos pertenecientes a la rima XXI de Gustavo Adolfo Bécquer que acabo de citar?

No menciono el resto de la rima que establece, al menos momentáneamente, la solución al problema. Prefiero divagar un instante e imaginar esa pregunta formulada al aire por el poeta romántico, eludiendo ese “tú” al que retornan los tan celebérrimos versos.

¿Qué es la poesía? En la época clásica la poesía era la emoción expresada de forma elegante convertida en perfume, elixir o marfil, hasta que más tarde, mágica y salvaje, como las nubes enrojecidas por los rayos del sol, irrumpió la balada romántica. De nuevo el poeta convertido en bardo, en un ser extraño, a la vez divino y oscuro que contagiado de humo o ceniza, no obstante, tocaba con las yemas de los dedos la luminosidad carmesí de las estrellas vistas a través de su singular pasión.

Quiero alcanzar esa esencia. Eso y solo eso es poesía. Quiero sentir lo que sentía en soledad ese primer poeta. Con el ritmo pronunciado de su primeras palabras sonoras acompañadas de miles de vientos, la vida temblando al apreciar los verdes marinos y la música de la sangre palpitando en el corazón.

¿Qué es la poesía? La poesía es huir como huyen los ciervos en busca de ríos cristalinos, contagiarse del espíritu de los búhos nocturnos sorteando las tumbas heladas donde regada de lágrimas crece la aulaga.

Quiero alcanzar esa esencia. Eso y solo eso es poesía. Quiero sentir la humedad eterna del musgo y la hiedra, recopilar cerámicas primitivas, atesorar naturalezas rebeldes con olor a resina, descubrir los pájaros nacidos de la escarcha cuando tibio comienza a nacer el sol.

¿Qué es la poesía? La poesía es una necesidad y como tal huye de las alfombras rojas. Es descubrir de nuevo la inocencia entre la lluvia corrosiva, es contemplarse en el remanso más sincero y pronunciarse con la más dorada y bella articulación. Es ser cómplice de un viaje a través de la Vía Láctea en nuestro interior.

Y sí a ti, esencia, lírica, verso, como las olas tempestuosas en esta noche silvestre y en silencio, en ti me cobijo y a ti me adhiero.