La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El piropicidio

El destierro de determinadas expresiones del lenguaje coloquial

Cuenta nuestro diccionario -"palabreru" en asturiano, término llano, accesible y, sobre todo, inteligente-, el de la lengua española, la común de todos nosotros, aquella en la que nos entendemos aquí y la que estudian en la extranjería, que el término piropo significa: "Dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer". Por ejemplo, "qué guapa estás hoy", "qué bonito vestido" y también otros muy rayanos en la grosería, en lo soez y tabernario propio de ciertas gentes, hombres o mujeres. Sin olvidar esos otros "picarones" que, dichos con una sonrisa, incluso, pueden tener su gracia.

Este Gobierno social-bolchevique que dirige los destinos de esta vieja nación, España, tiene un gran empeño en desterrar tales expresiones, retirar de ese lenguaje coloquial tales locuciones. Y, así, el borrador de tal proyecto contiene modificación de nuestro Código Penal. Recuerden aquel que proclamaron en el año 1995 como "código penal de la democracia", el "código Belloch", al parecer ya nada democrático, que ahora hay que darle eso que llaman "perspectiva de género", de género, naturalmente, femenino, y así pretenden modificar el artículo 173, apartado 4, y añadir lo que sigue: "Las mismas penas se impondrán a quienes se dirijan a otra persona con expresiones, comportamientos o proposiciones sexuales o sexistas que creen a la víctima una situación objetivamente humillante, hostil o intimidatoria, sin llegar a constituir otros delitos de mayor gravedad".

Decir que las penas a las que se refiere son las "de localización permanente de cinco a treinta días, siempre en domicilio diferente y alejado del de la víctima, o trabajos en beneficio de la comunidad de cinco a treinta días, o multa de uno a cuatro meses". Vamos, que más vale que amarres la lengua, de lo contrario te va a costar un disgusto y encima se reirán de ti, por estúpido.

Creerán estas gentes tan de género, demócratas, anticapitalistas -para el bolsillo de los demás-, solidarias y demás fados y fandangos progresistas que han abierto toda una ventana de futuro con la redacción de la norma. Pues no. Miren, el Código Penal de 1928, mediante real decreto -ley de 8 de septiembre, en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, de nombre Miguel, no José Antonio, lo que digo por aquello del currículo de las autoras del borrador- su artículo 819 incluyó una falta que imponía a quien profiriera "aun con propósito de galantería" molestas "frases groseras" o asediara a la mujer "impertinentemente de palabra o por escrito" la pena de arresto de cinco a veinte días y multa de 50 a 500 pesetas.

Por cierto, como podrán comprobar, una pena bastante más severa que la propuesta por el borrador. Y un detalle: tres años después, cuando llegó la famosa República, esa que quieren volver a proclamar, tal norma fue derogada. En fin...

Como es evidente, el delito tiene nombre, el "piropicidio" y el autor debe ser llamado "piropicida", advirtiendo a la ciudadanía que no solo comete delito ese autor, también el que lo incita, el simpático que le dice: "¡Oye! Dile algo, tú que tienes gracia".

No os cuento los que ríen el chiste y el tonto el culo que con el móvil todo lo graba. Por último, una anécdota que contó el catedrático don Leopoldo Tolivar Alas: "Recuerdo en plena Transición, en mi Facultad, cómo unas compañeras, un poco fundamentalistas en las lides del feminismo, organizaron algo así como una batida para localizar a un anciano que le había soltado un piropo callejero a una estudiante. Según pudimos enterarnos más tarde, el requiebro poco tenía de soez; es más, parece que era una estrofa de Pemán...".

Compartir el artículo

stats