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Un aplazamiento por la salud de todos

El estado de alarma por la crisis sanitaria global impide la salida de la revista "El Bollo" en Pascua

Paralelamente a la suspensión de la Fiesta de El Bollo, como consecuencia del estado de alarma decretado por las autoridades para luchar contra la pandemia del coronavirus COVID-19, la revista «El Bollo», que puntualmente edita cada año nuestra Cofradía, tampoco podrá acudir esta vez a su cita con los lectores en la fecha habitual. Las actuales condiciones excepcionales de confinamiento y las limitaciones a la movilidad aconsejan el aplazamiento de su salida, que se pospone para cuando se normalice la situación. Y del mismo modo, el resto de actividades que habrían de tener lugar en estas fechas, como la cena de cofrades, con la lectura del pregón, la misa solemne del Domingo de Resurrección y el tradicional reparto del bollo y el vino entre nuestros cofrades, que se aplaza, dependiendo del desarrollo de los acontecimientos, bien al 31 de mayo próximo, Pascua de Pentecostés, o al 28 de agosto, festividad de San Agustín, haciéndolo coincidir con nuestra habitual ofrenda al santo popular de la villa.

Parece que los años acabados en veinte traen mal fario para nuestra revista. Como se recordará, en 1920, hace ahora un siglo, no pudo ser impresa debido a la falta de papel, cuyo pedido no llegó a tiempo, como consecuencia de su escasez por la Primera Guerra Mundial, que ya apuntaba a su fin, pocos meses después. Dirigía entonces la publicación don Manuel González Wes, que también la imprimía en su taller tipográfico de la calle del Marqués de Pinar del Río (La Ferrería), donde tiraba su diario "La Voz de Avilés", de modo que decidió acoger en la primera página del periódico de aquel domingo de Pascua una selección de trabajos literarios previstos para "El Bollo", tratando de compensar parcialmente al lector por aquella ausencia. Otro paralelismo (aunque parcial y de distinto signo) con aquel aciago año, es que entonces también iba a vivirse una situación excepcional, aunque debido a la agitación social y política del momento, que obligaría al gobernador civil de la provincia a decretar el 28 de abril de 1920 el "estado de guerra" en Asturias, suspendiendo las garantías constitucionales y estableciendo la censura militar de la prensa.

Nada que ver —afortunadamente— con la situación actual, aunque se repite este año esa especie de maldición, pero por motivos distintos y en circunstancias diferentes, sin duda más graves por el alto coste de vidas humanas que está teniendo. No es por falta de papel esta vez, sino por la parálisis social y de la actividad económica no esencial de estos días, que impide concluir la impresión de la revista, pese a encontrarse cerrada su edición, lista para entrar en máquina en cuanto sea posible. De modo que no se trata de una suspensión como en 1920, sino sólo de un aplazamiento, que el público entenderá, a la espera de que se den las condiciones para que los lectores puedan acudir sin problemas a adquirirla en los habituales puntos de venta.

La salud de todos está por encima de cualquier fiesta o evento. Lo que prima ahora es la prudencia, la paciencia y la fe en que todo volverá a la normalidad, para que podamos disfrutar nuevamente de nuestras tradiciones.

Hoy domingo, Pascua de Resurrección, para cumplir en lo posible con los avilesinos, ofrecemos un avance del contenido de este número de la revista "El Bollo" que espera el pistoletazo de salida, así como la reproducción de su portada, realizada en esta ocasión por el artista local Julio Solís, con inequívocas referencias a la esencia de las Fiestas de El Bollo: "la asturianía, la primavera, las carrozas y, cómo no, el bollo escarchado que da nombre a la celebración", mediante "la técnica de la acuarela, de la que —no nos cabe duda alguna— Julio es un consumado maestro", como señala Ramón Rodríguez en la propia revista al tratar sobre la portada y su autor.

Páginas llenas de historia, semblanzas y literatura

Como en ediciones anteriores, son casi 300 páginas cargadas de historia local, semblanzas de nuestra gente, creaciones literarias, imágenes y actividades de la Cofradía de El Bollo a lo largo del último año. Comenzando por estas últimas, los actos de la Cofradía, y tras el saluda del presidente y de la alcaldesa de la villa, la revista se abre con el Pregón de la Cena de Cofrades, que el pasado año estuvo a cargo de Román Antonio Álvarez González, así como la entrega del galardón Adelantado de Avilés concedido el pasado año a la Asociación Atlética Avilesina, glosada por Juan Manuel Muñiz Cuervo-Arango, hijo del recordado «Toso», mientras que en San Agustín, la ofrenda al santo popular corrió a cargo del Comandante de Marina de Asturias, el Capitán de Navío, Carlos Orueta Lueje.

Como todos los años, la publicación recoge los trabajos de muchos estudiosos de la historia local. Entre ellos, María Josefa Sanz Fuentes, Cronista Oficial de Avilés, que nos desvela la historia de la Cofradía de San José, en el convento de San Francisco. Román Antonio Álvarez González, descubre los Patronos olvidados de Sabugo: Santa Catalina y San Facundo.

Coincidiendo con el Centenario del Teatro Palacio Valdés, Luis Muñiz Suárez hace una reconstrucción del homenaje al ilustre novelista, avilesino de adopción, al que fue consagrado y con el que se inauguróel coliseo local el 9 de agosto de 1920. Por su parte, Juan Carlos de la Madrid presenta la Historia de un superviviente, en la que trata sobre los 80 años de funciones del teatro, los 100 de su inauguración y los 120 del inicio del proyecto.

La Archivera Municipal de Avilés, Covadonga Cienfuegos Álvarez, nos describe los acuerdos entre municipios a finales del reinado de Alfonso X, denominado La Hermandad de La Espina.

La Biblioteca Bances Candamo, es el otro centenario que se conmemora en este número de «El Bollo», siendo Víctor R. Carreño Blázquez quien lo recuerda, bajo el título de «Biblioteca Popular Circulante, 1919-1937. Origen de la Bances Candamo».

Julio López Peláez describe los Límites para la navegación en la ría de Avilés. Ramón Baragaño, redescubre al malogrado botánico avilesino Eduardo Carreño Valdés, mientras que José A. Álvarez Castrillón cuenta cómo lleva por los colegios el «Fuero de Avilés, una experiencia escolar». Los 101 años de la Sociedad Filarmónica Avilesina son relatados por su presidente, Marino Soria Gutiérrez-Pumarino. Y Francisco Mellén Blanco nos aclara la Relación de Pedro Menéndez de Avilés con el doctor Gonzalo Solís de Merás.

Avilés en la mirada de Ruth M. Anderson muestra imágenes de 1925 tomadas por esta fotógrafa estadounidense en nuestra ciudad, expuestas en el Museo de la Historia Urbana de Avilés. Siguen Notas sobre el vino y Avilés..., de Evaristo C. Martínez-Radío; La Actividad industrial y conflictos vecinales..., de Javier Menéndez Ferré; Los orígenes del Principado de Asturias, contados por Fernando Álvarez Balbuena. Y el recuerdo de la presencia de grandes atletas nacionales en La Exposición en 1947, por Ramón Eugenio Gago García.

El capítulo de Estampas Avilesinas está lleno de curiosidades, datos, relatos e historias personales y locales. Juan Manuel Wes narra la Primera y última colada de las Baterías de cok. El decano de El Bollo, José Manuel Feito, conmemora los 150 años de la aparición de «La Luz de Avilés», glosando la vida de Fermín Álvarez-Mesa, uno de sus fundadores, con alusión al primer artículo de Palacio Valdés, publicado en aquel semanario liberal.

Los artículos In Memoriam ocupan un lugar destacado este año, dedicados a colaboradores y amigos de la fiesta desaparecidos: José Ramón Cueva Álvarez, Manuel Galé Iglesias, Alberto del Río Legazpi, Manolo Tristán y José Fernández Fernández, realizados por la propia redacción de la revista, así como por José Víctor Fernández, Vicente Gómez, José Luis y Manuel Ángel Fernández.

El entretenimiento en lengua vernácula llega con El terremotu del día de tolos Santos de 1755 n'Avilés, contado en bable por Miguel Solís Santos, al que sigue El honor de Pachín Collada, de Indalecio F. Sabugo, y Vicente Gómez, relata el Cuento del zapatero. Flor María Iglesias rememora en Sesión de tarde, aquellas inolvidables experiencias cinematográficas de nuestra infancia y adolescencia. José Ramón de la Puente Hevia recuerda el contenido de la revista Cinco décadas atrás, El Bollo de 1970. Alfonso López Menéndez, párroco de San Nicolás, escribe sobre el órgano de su templo: Una joya desconocida, que quiere volver a brillar. La historia de «El Tocote» y «El Tocarate», los populares poblados de Buenavista y La Magdalena, respectivamente, nacidos en plena explosión demográfica por la industrialización, son tratados por Luis Rodríguez Pérez. Más recuerdos y anécdotas locales y personales en La Memoria de Avilés, de Arsenio Fernández «Tito Cantina»; Los Anguleros en el estuario avilesino, por Ricardo García Iglesias; Avilés en modo de aventura, de Luis San Sebastián, y Un paseo por el tiempo, por Fernando Ovies.

José Alfredo García Fernández del Viso trata sobre la Banda de Música y sus 130 años al servicio de Avilés, mientras que Manuel Ángel Hidalgo Menéndez analiza el protagonismo de Ensidesa en la construcción de la red viaria avilesina. Xosé Ramón Iglesias Cueva glosa en bable la satisfacción de un avilesino emigrado a Cuba Por unos versos de Matilde de Soignie. Luis Muñiz Suárez realiza una breve semblanza sobre la Confitería Polledo, tras cerrar sus puertas hace apenas un par de meses, que pone fin a 120 años de pastelería tradicional en la villa. Continúa el recuerdo de Una familia de Miranda en Pensilvania, por Rafael Luis García García; Piedras Blancas: Capital de Castrillón y otros lugares de América, de Josué Villa Prieto; El Homenaje a los hermanos Fernández de Luanco, de Beleme, y la transcripción del Pregón de Pascua 2019, que estuvo a cargo de Analía García Rodríguez.

La Creación Literaria corre a cargo de José Luis García Martín, María Esther García López, Santiago García-Castañón, Esperanza Medina, Natalia Menéndez, Fernando Álvarez Balbuena, Agustín Alonso Biscayar, Adolfo González, Dimas Llames «Hijo», Eugenio Bueno y Paloma Muro de Zaro.

La creación artística está presente a través de obras gráficas de Julio Solís, Ramón Rodríguez, Favila, Fran, Miguel Solís Santos y numerosas imágenes con autoría, unas citadas y otras a las que no podemos poner nombre.

Como siempre los comerciantes e industriales avilesinos siguen apoyando la publicación con sus anuncios, esos que tanto nos llaman la atención cuando ojeamos una revista antigua, porque son fedatarios de la historia local, aunque algunas veces los pasamos de largo, sin reparar en que debemos detenernos en ellos, especialmente en este año tan peculiar y en las actuales circunstancias de excepcionalidad.

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