La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los últimos del Parnasín

Se nos van yendo los personajes costumbristas, los etnógrafos de un pueblo llevado en el bolsillo

Cerró la Cafetería Germán, cantera de peñas, asociaciones y tertulias; se nos murió luego el patrón, agotado de tanto trato y atención al personal, y ahora acaba de dejarnos el cura Feito, ilustre en bondades y saberes. Pero antes ya se nos habían ido Paco Iglesias, Justo Ureña, José Ramón Cueva, Alberto del Río, Eugenio Suárez? Eran, como el eclesiástico, académicos correspondientes de la RAA (la Real Academia Avilesina), exponentes muy alejados y muy próximos de los valores y de la representación de esta modesta -y gloriosa- institución, y con su desaparición van menguando de forma preocupante ya sus doctos miembros, los últimos apóstoles de Avilés.

Lo digo desde la proximidad y el cariño y también desde la admiración, que yo aquí solo soy académico meritorio de este foro de sabiduría. Testigo entregado, eso sí, de una Academia o Parnasín, en cuyo inexistente frontispicio debería escribirse "Aquí no entra nadie que no cultive el amor a Avilés", parafraseando el lema original de la institución platónica.

Y coincidiendo en el tiempo -con anterioridad o posteroridad- también nos abandonaron Chelona, Cholo, Manolo Galé, Campanal, Pepe (el de La Economía), Morán Junquera, Julio (San Fernando), Tino (Asturiana), Tito (taxista), Viso, Puche, Ponga, Agustín González, Ricardo (Roces), Aladino (Lámpara), Víctor Suárez, Aida Recio, Maruja Pumares, Tino y Enrique Cuervo, Lalo, Casimiro? estos y otros, porque no son todos los que están, aunque están todos los que son, cargaban con los recuerdos del Avilés de danzas y habaneras, de noches de Batelera y chanzas del costumbrismo. Era la etnografía de un pueblo llevada en el bolsillo, como un prontuario de primera mano. En definitiva, ciudadanos ejemplares, figuras sobresalientes del paisaje urbano, personajes insustituibles y de magisterio generoso y familiar.

La vida nos arrastra irremediablemente, van clareando las filas familiares y ciudadanas, lo asumimos dolorosamente, con mayor o menor entereza, pero van cubriéndose al fin esas bajas. Mas en el caso de la Academia o de parte de la sabiduría popular que acabo de citar, ya no estoy tan seguro. No veo banquillo, no acierto a encontrar la cantera en las nuevas generaciones y me duele no advertir las sustituciones. No porque la vida mengüe o pare. Tal vez me invada el pesimismo, pero yo tengo otra percepción de la realidad. Creo que estamos en un cambio de época o de paradigma. En un salto cualitativo si tratamos de explicarlo con la dialéctica marxista. En definitiva, que hay un tiempo y una sociedad que agoniza, que deja atrás muchos años de cultura oral, de contactos personales, de asociacionismo ciudadano, de tertulias de café y rebotica y hemos entrado ya de lleno en la sociedad de los medios de comunicación, internet, el mundo virtual y hasta el teleocio y el teletrabajo. En esas estamos.

Ya he dicho que la Cafetería Germán, en la que tenía sede la Academia, era la madre de las tertulias. Allí nacieron y por allí desfilaron también ¡Sabugo, tente Firme! que es como sigue Abelardo, los cofrades de La Berza y La Escucha. El Modelo, Aida Recio, que coincidiendo en el tiempo con el Maruxa (Richar, Venancio) eran también claros exponente de estas tertulias. Otro club singular era El Gorrión, una peluquería-barbería para iniciados. Con todo, yo quiero insistir hoy en la singularidad y en los valores de la Academia. O del Parnasín. En sus variopintos personajes, todos librepensadores, en sus saberes tan distintos y mezclados. Teóricos de la literatura, el periodismo, la política y las profesiones liberales, juristas, representantes del clero culto. Ilustrados, cultivadores de la transigencia, la bonhomía y conocedores profundos, como he dicho, de la intrahistoria de esta ciudad. Han dado tres obras a la imprenta: "Avilés XX, el siglo que vivimos", "Avilés, episodios y relatos" y "Avilés, evocación y recuerdo" y preparan -preparaban, al menos- una cuarta sobre los años que llevamos del siglo XXI. A pesar de todo, de su ejemplaridad y resistencia, yo denuncio la pérdida del compromiso ciudadano de las nuevas generaciones y alerto e insisto en que no hay reserva, en que se agota el filón, en que en pocos años, todos calvos y el Parnasín clausurado .

Compartir el artículo

stats