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CORRIENTE ALTERNA

¿Hacia dónde vamos?

El influjo del vicepresidente Pablo Iglesias en el Gobierno de España

Es preciso reconocer que el dcctor Pedro Sánchez tenía toda la razón del mundo al decir que no podría dormir tranquilo teniendo de Vicepresidente a Pablo Iglesias . Pero pudieron más las conveniencias de asumir el poder que el rechazo al amigo de Nicolás Maduro y, ahora, los que no pueden dormir tranquilos son la inmensa mayoría de los españoles.

Las ocurrencias del sujeto de la coleta son verdaderamente graves. Como subir los impuestos a los ricos, considerando en esta categoría social a todos aquellos cuyo patrimonio exceda el millón de euros. Muchísimos españoles que se ganan el pan con sus pequeños comercios o industrias artesanales, labradores, pequeños fabricantes, etcétera y que han sacrificado durante muchos años sus beneficios en nuevas inversiones, creando nuevos puestos de trabajo, han logrado tener un patrimonio de tal envergadura y ahora serán severamente castigados por ello.

No he oído nunca a ningún político y, menos aún a este sujeto, establecer una nueva dimensión mucho más restringida del Estado, con lo que ahorraríamos miles de millones, susceptibles de ser destinados a fines sociales, lo que sería muy lógico y aplaudido por toda la nación. Pero no, este extremo es precisamente el intocable dentro de las políticas al uso. La sociedad civil debería tomar buena nota de ello, para que se pudiera obrar en consecuencia, sobre todo a la hora de las elecciones.

Pero aún hay más y, si cabe, más peligroso todavía, como es la ocurrencia de desmilitarizar a la Guardia Civil... ¿Qué se pretende con ello? Ni siquiera me lo puedo imaginar. O mejor dicho, ni me lo quiero imaginar.

Una Guardia Civil sin el imperio de la norma militar resultaría mucho menos incómoda a los delincuentes organizados, a los terroristas y a un sinfín de grupúsculos que nos llevaría mucho espacio detallar y calificar, pero, sobre todo, sería mucho más útil a aquellos que quisieran revivir los tiempos en que los milicianos campaban a sus anchas por las calles sin una fuerza militar que se opusiera a sus armas , mal entregadas, y a sus pretensiones de reimplantar el marxismo.

Y aquí lo dejo, porque temo indignarme más de la cuenta y decir cosas que puedan ocurrir si no ponemos remedio entre todos.

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