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VITA BREVIS

La novena de septiembre

Propuestas para un plan regional que evite los catarros otoñales con nuevos decretos para impedir la anarquía de las aglomeraciones

Septiembre es un mes sorprendente, ya por su propio nombre. Evoca necesariamente a que se trata del mes séptimo del calendario, cuando lo cierto es que es el noveno, por lo que bien podría llamarse noviembre.

La cosa viene del calendario romano, que comenzaba a contar los meses desde marzo y no desde enero, como hacemos ahora. El asunto se fue complicando porque para honrar a Cayo Julio César se impuso al mes "quintilis" el nombre de Julio, porque había nacido en ese mes. El emperador Octavio Augusto no quiso ser menos y, siendo Pontífice Máximo, le impuso su nombre al mes "sextilis", fijando la duración del mismo también en 31 días, por ser cuando derrotó a Cleopatra y Marco Antonio, y de ahí que le conozcamos como agosto. Septiembre, como el resto de los meses de otoño quedaron con sus nombres antiguos.

Septiembre es en su mayor parte un mes de verano, aunque ya el sol declina bastante. Pero por estas nuestras Asturias suele hacer un buen tiempo, generalmente mejor que en la última quincena de agosto, cuando en mayor o menor medida llueve indefectiblemente. De ahí que parece que los munícipes avilesinos se equivocaron al elegir como patrono de la villa a San Agustín, que es el 28 de agosto.

El patrono tradicional de Avilés siempre fue San Nicolás, seguramente por serlo también de los comerciantes europeos. La verdad es que, por la fecha en que cae ese santo, que es el 6 de diciembre, no es muy propicio a hacer celebraciones populares al aire libre. Por esa razón, o por otras más desconocidas, los concejales del Ayuntamiento de Avilés, contrariando a la Iglesia, decidieron cambiar la festividad religiosa del patrono de la villa, designando a San Agustín en su lugar, que es en pleno verano. No se debieron percatar de la adversa climatología que nos depara esa fecha y sus adyacentes.

Pero, pasadas las fiestas patronales de la villa, es lo común que vuelva a lucir el sol y que las menos horas en que brilla lo hace de forma intensa, con días bastante calorosos. La mar aún mantiene una temperatura agradable y así surgió aquel remedio casero que era tomar los nueve baños de septiembre. Consistía la receta en que habían de tomarse baños en la mar durante nueve días seguidos. Sí así se hacía, se aseguraba que durante el otoño y el invierno siguiente no se padecerían catarros.

Ahora que hay una gran parte del personal que teme que en este otoño se complique la sanidad por la acumulación de los catarros propios del otoño y los residuos de la pandemia del bicho chino, produciendo confusión entre unos males y los otros, parece muy conveniente prevenir los resfriados. Y, miren ustedes por dónde, qué buena es esta época del mes de septiembre para hacerlo a la manera antigua y popular de cumplir la novena de los baños de septiembre.

Don Adrián Barbón, que es de Laviana y nos gobierna con pulso firme contra el maligno bicho chino, debería adoptar ahora, inmediatamente, nuevas medidas al efecto.

Tendría que establecer un plan regional para evitar los catarros otoñales, imponiendo por decreto de su autoridad autonómica la obligación a todos los asturianos, sean de origen de toda la vida o de adopción, más comúnmente llamados coreanos, de tomar los nueve baños de septiembre. El decreto en cuestión podría prever todos aquellos detalles necesarios para que no se produjeran incumplimientos, pero tampoco aglomeraciones. Así, por ejemplo, los de Gijón tendrían que ir a las playas de San Lorenzo, de Poniente, del Arbeyal o de la Ñora según que su domicilio estuviera más cercano a una o a la otra. Los de Oviedo, las cuencas y otras zonas del interior tendrían que utilizar las playas de los lugares costeros en que tuvieran segunda residencia, como, por ejemplo, Luanco. La chusma de estos lugares que no tuviera esos posibles tendría que ir a la playa de San Juan, de Avilés, o a aquellas otras a las que tradicionalmente se desplazan. Para evitar la anarquía de las aglomeraciones podrían fijarse los días del mes de septiembre en que los de cada lugar tendrían que desplazarse, así como las horas en que pudieran disfrutar de esos saludables baños. Todo ello con lo más que procediera disponerse, de tal manera que Asturias siguiera siendo pionera y ejemplo en la lucha contra el mal.

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