No es cosa nueva, porque hace ya tiempo que padecemos otra epidemia de un virus que ataca al lenguaje. Los primeros contagiados de este virus fueron pocos, afectando singularmente, y casi en exclusiva, a algunos políticos y sindicalistas.

Es de recordar que, hace ya muchos años, este virus se manifestó en abundancia con dos palabros, que eran "coyuntura" y "valorizar". Por aquel tiempo todo eran coyunturas que había que valorizar.

Pero hubo un momento en que se produjo una eclosión de contagios, que propagó un lehendakari que hubo y que tenía cara de un personaje de la película "La guerra de las galaxias". Aquel señor vascongado se llamaba Ibarretxe, según se escribe en su locuela bárbara. El buen hombre era políticamente correctísimo y siempre decía "los vascos y las vascas", pronunciando las "eses" bien alargadas y sibilantes, al modo de las beatas antiguas cuando rezaban el rosario en latín y, al contestar las letanías lauretanas, decían "ora pro nobis".

A partir de entonces todos los políticos, sindicalistas y sus secuaces quedaron infectados por el virus y repiten el masculino y el femenino de cada palabra que se refiera a personas, aunque, mire usted por dónde, hasta ahora nunca han dicho personas y "personos". Eso sí, hubo una ministra de infausto recuerdo, llamada Bibiana Aído, que no dudó en decir miembros y "miembras". Esta señora infectada del virus lo propagó de tal manera que, posteriormente, hubo ya otros que, con gran desparpajo, lanzaron maravillas, como jóvenes y "jóvenas" o portavoces y "portavozas".

Este virus que ataca nuestra milenaria lengua parece que ha quedado ya, definitivamente, fuera de control. Ejemplo de ello es un cartel que han distribuido entre los bares y los comercios de Avilés. Sobre fondo azul, se dibujan esquemáticamente un varón y una mujer con mascarilla. Por encima del dibujo se lee en letras blancas: "Yo te protejo, tú me proteges" Hasta ahí todo bien, pero es que justamente en el centro del cartel y en letras mayúsculas de mayor tamaño se dice, literalmente, lo siguiente: "Uso obligatoria de mascarilla". ¡Hala!, perfecta discordancia de géneros gramaticales. Tal como se lee resulta que lo obligatorio es la mascarilla no su uso.

El cartelito en cuestión es anónimo, pues carece de mención alguna de su autor. Por tanto, no puede afirmarse con certeza qué institución lo haya pagado y promovido. Menos aún se sabe quién pueda ser el diseñador del mismo que, indudablemente, padece la infección del virus del lenguaje.

Sea como fuere el asunto, este afiche parece cosa menor, salvo la momentánea conmoción que produce ver la "a" de "abligatoria" tras el "uso", que al común pasa desapercibida.

Lo que realmente es preocupante se puede apreciar en otro cartelillo que vi a las puertas de un colegio público de enseñanza. Estaba manuscrito, aunque todo él en letras mayúsculas y a modo de imprenta. Se supone que lo habría confeccionado alguien de la dirección del centro y, por lo tanto, miembro de su profesorado, porque contenía una disposición de orden para los alumnos. Rezaba lo siguiente: "El alumnado pasarán solos y solas". Hagan ustedes una pausa aquí y vuelvan a leerlo. Si se atreven, analícenlo gramaticalmente e, inmediatamente, suspenderán a quien lo haya redactado.

No es ya que se repita incorrectamente lo de "solos" y "solas". Es que el virus del lenguaje ha atacado aquí violenta y despiadadamente a la concordancia gramatical entre el verbo y el sujeto, porque "el alumnado" es singular, de modo que no puede pasar en tercera persona del plural, desplegándose para ello también en plural y distinguiéndose los géneros en "solos" y "solas",

Ya ven que este virus de la lengua se ha extendido por doquier, de tal manera que ya es una epidemia irrefrenable, porque se ha inoculado hasta en aquellos que debían combatirlo, como son los profesores de las escuelas. No puede extrañarles que las pobres criaturas tengan una baja capacidad de comprensión lectora, si lo que leen de sus maestros son frases incomprensibles.