La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El abandono histórico de la salud mental

La necesidad de desarrollar estrategias para atenuar el impacto de la pandemia ante un problema en aumento

Es la primera vez que el Día Mundial de la Salud Mental se celebra durante una pandemia. La preocupación por los daños es tan grande que todas las organizaciones internacionales relacionadas con la asistencia en Salud Mental están uniendo fuerzas para pedir más inversión en este campo.

Se estima que el 50% de las personas con problemas de salud mental en los países desarrollados y el 85% en los países de ingresos bajos y medianos no tiene un acceso continuado a la atención de salud mental y se espera que este porcentaje aumente como resultado de la pandemia. "El Día Mundial de la Salud Mental es una oportunidad para que el mundo se una y comience a corregir el abandono histórico de la salud mental" ha dicho la Organización Mundial de la Salud. La Asociación Asturgalaica de Tratamiento Asertivo Comunitario y la Asociación Nacional de Tratamiento Asertivo Comunitario se unen a este llamamiento.

Los datos obtenidos hasta la fecha producto del covid-19 informan de la necesidad de planes para adelantarse al impacto en la salud mental que será complejo y que puede tardar en emerger por completo. Antes de tomar nuevas decisiones es importante conocer los posibles daños en la salud mental de la población a medio plazo así como en los puntos de presión existentes en el sistema de salud mental porque, a escala mundial, parece que la respuesta no está llegando a todos los afectados.

Hemos sido capaces de ofrecer una respuesta rápida e innovadora para satisfacer las necesidades de la población general mediante la transición hacia servicios y apoyos virtuales. Pero esta oferta no satisface las necesidades de algunas poblaciones vulnerables. Y hay una gran oportunidad para reparar y transformar el sistema. Es probable que los daños más significativos en la salud mental, incluyendo los derivados del abuso de tóxicos, se sientan después de la pandemia. Pero la planificación debe comenzar ahora, incluyendo la participación de los usuarios del servicio, de modo que el sistema pospandémico incorpore innovaciones sin abandonar las transformaciones en curso antes de la sacudida pandémica.

Fomentar la resiliencia es importante. La anticipación de la mayor prevalencia de problemas y enfermedades de salud mental debido al covid-19 debe equilibrarse con el riesgo de patologizar las respuestas emocionales normales a una situación sin precedentes y altamente estresante. La avalancha de información sobre el bienestar y el autocuidado está dirigida a la población en general o aquellos con problemas y enfermedades mentales leves o moderados.

Es posible que estos recursos no lleguen o no sean apropiados para las poblaciones más vulnerables como por ejemplo los que no pueden acceder a la tecnología, los que habitan viviendas precarias, las personas sin hogar o aquellos que viven solos o con redes sociales reducidas o quienes tienen graves problemas de salud preexistentes.

La rápida transición a los servicios virtuales está cerrando brechas importantes, pero no son los más apropiados para las personas con enfermedades mentales graves que han estado o están en recuperación. Tanto en entornos de atención comunitaria como en pacientes hospitalizados, mantener la integridad de la prestación de servicios y la continuidad de la atención durante y después de una crisis es esencial para las personas con trastornos mentales graves.

En este punto, según informes clave de diversos países, el reforzamiento de la atención domiciliaria se ha revelado como la medida más efectiva para garantizar, incluso en lo más crudo de la pandemia, la asistencia a las personas que padecen las enfermedades mentales más incapacitantes y con mayor inestabilidad clínica. Las diferentes modalidades de asistencia psiquiátrica domiciliaria (equipos de intervención en crisis, de hospitalización domiciliaria, equipos de tratamiento asertivo comunitario, de emergencias en salud mental, etc.) han mantenido la actividad presencial para afrontar las necesidades de los pacientes más vulnerables o con más problemas para beneficiarse de las intervenciones virtuales.

El impacto en la salud mental de la población y en los sistemas de servicios no se sentirá plenamente hasta que la pandemia haya pasado. Sabemos que los desastres agravan los factores de estrés y las vulnerabilidades y la respuesta requerirá tomar diferentes medidas como implementar estrategias de prevención del suicidio en toda la población, abordar las desigualdades socioeconómicas en el proceso de recuperación económica, así como evaluar y abordar el daño derivado de reducir la atención y el apoyo a personas con trastornos mentales graves o con problemas de abuso de sustancias tóxicas.

También hay que incorporar lo aprendido sobre la experiencia del rápido aumento del acceso a la atención virtual para personas con padecimientos leves o moderados. Todo esto es necesario para orientar el sistema pospandémico. Como ha dicho el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud: "Ya estamos viendo las consecuencias de la pandemia de covid-19 en el bienestar mental de las personas y esto es solo el comienzo. A menos que asumamos compromisos serios para aumentar la inversión en salud mental en este momento, las consecuencias sanitarias, sociales y económicas serán muy graves".

Compartir el artículo

stats