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Montañismo

El ascenso al Urriellu, una pasión que se hereda

Donato Lobeto sube por primera vez con su hijo de 15 años a la mítica cumbre

Jaime, en plena ascensión al Urriellu.

Cuando en Asturias se habla de escalada o montañismo enseguida surgen nombres de cumbres mágicas. Una de ellas, el Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu. Dicen que la montaña engancha. Será por su belleza, será por el reto que propone al montañero. Sea por lo que sea, para comprobarlo no hace falta nada más que probar. Y eso es lo que le pasó a los protagonistas de esta historia.

Son dos. Uno vivió una experiencia "maravillosa" hace ya muchos años. ¿Cuál? Sencillo, pero primero vamos con la presentación. Se trata de Donato Lobeto, montañero que lleva disfrutando de la escalada desde pequeño. De la montaña y de otros muchos deportes.

Hay dos fechas que Donato tiene marcadas en su memoria. La primera, agosto de 1994, que fue cuando coronó las cuatro caras de la cumbre asturiana del Naranjo de Bulnes en el mismo día junto a Claudio Sánchez. "Lo hicimos para conmemorar el 90.º aniversario de la primera ascensión de Pedro Pidal y Gregorio Pérez. Tardamos algo más de 12 horas", indica Donato, que echa la vista atrás y le vienen a la mente multitud de recuerdos. Todos buenos, por supuesto. A lo largo de esa ascensión hubo momentos alegres, de sufrimiento, de emoción. "Fueron muchas sensaciones y sentimientos diferentes".

La otra fecha la anotó en su memoria hace poco. Fue el 22 de septiembre pasado, día en el que Donato y su hijo Jaime coronaron la cima del Urriellu. Jaime es el otro protagonista de esta emocionante historia. "Era algo que tenía pensado desde hace ya tiempo", señala. Tanto que Jaime, que acaba de cumplir 15 años, llevaba tiempo preparándose para la cita, para enfrentarse a una de las cimas más visitadas por los montañeros de todo el mundo. "Lo entrené yo, hicimos unas tiradas más complicadas y otras más fáciles", apunta el padre.

Ascender el Naranjo de Bulnes con su hijo era algo que buscaba casi desde que él lo subió en 1994. "Para mí es motivo de orgullo, es la cima mítica de Asturias, significa mucho", subraya Donato. Ahora, con el sueño cumplido de haber hecho cumbre con su hijo y después de unos días de descanso, la pregunta es obligada: ¿Qué sintieron cuando llegaron a la cumbre? La respuesta, rápida y concisa, constata y desvela lo que se vivió allí arriba a poco más de 2.500 metros de altura, número en el que se encuentra el Naranjo de Bulnes. "Fue maravilloso, nos dimos un abrazo inmenso, un abrazo de padre a hijo, todavía me sigo emocionando", indica Donato, que añade que "con esta ascensión se crea un vínculo entre padre e hijo que es indestructible".

A su lado Jaime se reafirma en lo que dice su padre. "Fue increíble, fue un momento único, disfruté mucho, fue un momento inolvidable, no lo olvidaremos nunca", subraya el hijo, que está comenzando a escribir sus primeras páginas en su particular historia en la montaña asturiana. Habrá que esperar unos años para comprobar si esas páginas se convierten en libro. O en algo más.

Con la experiencia que le da el llevar desde la década de los 80 escalando, Donato asegura que, aunque su hijo estaba preparado, "mi temor era que le asaltase el pánico, el nerviosismo, que llegase el momento en el que te puedan más los nervios que la razón". Al final, no sucedió así y tanto Donato como Jaime pudieron disfrutar de una de las grandes maravillas de Asturias, el Naranjo de Bulnes.

Esta ascensión por la cara sur es una muesca más en la relación entre padre e hijo. Y es que comparten la pasión por los deportes. "Además de escalada practicamos surf y buceo, entre otros", apunta el padre.

Ahora, Donato y Jaime, que también combina la pasión por el deporte en general con sus estudios de 4º de la ESO, ya piensan en el próximo reto. De momento no tienen nada en la agenda, pero lo que es probable es que sea cual sea lo disfrutarán como siempre hacen.

Seguro que Jaime, "que saca muy buenas notas y responde muy bien en colegio", se acordará de esta hazaña durante toda su vida. Y quizás, quién sabe, igual la historia se repite dentro de muchos años, pero con diferentes protagonistas. Para eso todavía habrá que esperar. "Nunca olvidaré el abrazo que nos dimos en la cima", reitera Donato. Han pasado ya varios días desde que padre e hijo escalaron la mítica cima de Picos, pero la aventura sigue estando muy presente. "Tardaremos en olvidarlo, quizás nunca lo hagamos", concluyen.

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