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Todo queda en casa en el banquillo del Grujoan

Diego Mayo es el técnico del juvenil B y su padre, Francisco, su ayudante

Francisco y Diego Mayo, en el Luis Oliver. LAURA CARADUJE

Lleva vinculado al fútbol desde pequeño. Jugó en varios equipos, entre ellos el Sporting y el Oviedo, y ahora lo hace en el Grujoan, en categoría Regional. Hasta aquí, podría ser una historia normal, común a la de otros muchos jugadores. Lo curioso es que cuando vio que ya no se dedicaría de manera profesional al fútbol decidió dar un paso más y adentrarse en el mundo de los banquillos. "Llevo ocho años entrenando", dice. Fue entonces cuando necesitó la ayuda de un delegado, de una mano derecha. Y es aquí donde la historia tiene su punto diferente. O no, quién sabe. ¿Por qué? Porque echó mano de su padre. Estamos hablando de Diego y Francisco Mayo, hijo y padre. El primero es el entrenador. El segundo, el delegado y persona de confianza de Diego. "Disfruto mucho entrenando", dice el técnico. "Ahora estoy con él, me lo pidió y no lo dudé", dice Paco. Los dos llevan tres años juntos en los banquillos. "Quién mejor que tu padre para ayudarte", sentencia Diego, orgulloso de compartir banquillo con su progenitor.

El técnico tiene 26 años y lleva jugando al fútbol desde muy pequeño. Incluso militó en el Caudal de Segunda B. Su padre, Francisco, fue durante varias temporadas árbitro de fútbol sala. Covadonga, Masaveu, San Claudio y ahora el Grujoan son las paradas que lleva Diego en su aventura como entrenador. En el San Claudio fue donde se subió su padre. "Me echa una mano con los chavales, yo doy más caña, él se lleva muy bien con los jugadores", indica Diego, que añade "que está en todo, yo me encargo más de la parte deportiva y él de lo demás".

Hijo y padre llevan las riendas del juvenil B del Grujoan, un equipo que "lucha primero por la salvación para después mirar hacia arriba", señala Diego. El equipo milita en Segunda juvenil y cuenta con una plantilla joven que busca "la salvación, aunque sin renunciar a nada".

Es viernes y hay entrenamiento. En el Luis Oliver de Oviedo se citan los jugadores. Y Diego y Paco, que suele acudir a todos los ensayos. "Llevo toda la vida siguiendo a Diego, cuando jugaba siempre me las arreglaba para ir a verlo, aunque no siempre podía", indica Paco. Y es que el ahora delegado del juvenil B del Grujoan estuvo 16 años arbitrando en fútbol sala. "Me encanta compartir con él está ilusión", dice, al igual que su hijo, orgulloso de poder vivir esta experiencia juntos.

Paco conoce muy bien cómo es Diego como jugador, pero ¿cómo técnico? Ante esta pregunta, Paco no duda. "Le gusta el fútbol moderno, apuesta por un estilo diferente. Quiere que los jugadores se diviertan jugando al fútbol", señala. "Lo vive en cada entrenamiento, en cada partido, lo ves en el banquillo y te das cuenta de que le gusta lo que hace, le apasiona", añade el delegado del Grujoan.

Diego empezó entrenando en fútbol sala y fue superando etapas hasta dirigir hoy en día a juveniles. ¿Su ilusión? Seguir vinculado al fútbol. No tiene metas, aunque su reto es seguir escalando categorías. Abandonaron el San Claudio la temporada pasada para empezar una nueva aventura en el Grujoan. "Llevamos cuatro meses y parece cómo si lleváramos cuatro años, el Grujoan es un club muy familiar. La verdad es que estamos muy ilusionados los dos", apunta Paco. Y qué decir del San Claudio, un club donde "estuvimos muy cómodos y donde se portaron muy bien con nosotros, Miguel y José Ramón son increíbles".

No viven bajo el mismo techo, pero cuando se juntan hablan de fútbol. Son así, Diego y Paco, hijo y padre, dos personas que además de parentesco comparten la misma ilusión por el fútbol. Ahora la viven juntos en el Grujoan. El tiempo dirá hasta donde llega la carrera de los Mayo. Por ilusión y ganas, no será. "Tiene que ir paso a paso", le dice Paco a Diego. De momento, los dos seguirán disfrutando del fútbol, un deporte al que llevan vinculados, los dos, toda la vida.

Diego tiene el título de entrenador nivel II y con el tiempo quiere sacar el siguiente nivel, con el que ya podría entrenar a cualquier equipo. Y es que Diego está llevando casi por el libro su formación como técnico: entrenó en fútbol sala y en las categorías inferiores de varios equipos hasta llegar ahora a juveniles.

El joven técnico tiene por delante mucho recorrido en los banquillos. Cómo lo hará y con quién lo hará se sabrá con el paso del tiempo, pero seguro que de alguna manera Paco, su padre, ahora su mano derecha, seguirá a su lado.

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