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Senderismo

Por el Camín Real de Aciera

Senderistas en la collada Aciera.

El Camín Real de Aciera, fue importante vía de comunicación por donde transitaban los vecinos del Valle del Trubia hacia Castilla. Iban provistos con productos de la tierra que intercambiaban en la comunidad vecina. Esta ancestral vía de comunicación, tras cruzar la collada Aciera, discurre después por el valle de Quirós, hacia el puerto de Garrafe, Trobaniello y el Pto. Ventana, bajando desde allí a la Babia leonesa.

El itinerario propuesto da comienzo en la localidad proacina de Villamejín (335 m), distante 2 km. de Proaza. Una vez aquí, aparece sobre el horizonte próximo la conocida silueta de la sierra de Caranga, bajo la cual se asienta esta aldea que constituye el escaparate de un patrimonio arquitectónico que conjuga los elementos populares con otros de estilo tradicional. Hórreos y paneras se distribuyen a lo largo de sus caleyas donde sobresalen la casa rural de la Torre (siglo XVI), La Casona de García Argüelles. Por el laberinto urbano de Villamejín hemos de dirigirnos hacia su costado meridional a la búsqueda del camino de Aciera, transformado hace tiempo en una pista de hormigón. Por la misma vamos encarando la pronunciada subida sobre la margen derecha del arroyo de Fayas. Durante este breve ascenso iremos descubriendo los secretos de su paisaje, así como dos fuentes que manan al pie del camino, denominadas Mortera y Cerezal, respectivamente.

La ruta prosigue desde Los Cerezales por Prado Nuevo y Varodríguez, llaneando posteriormente cuando nos acercamos a Llendelafaya. Esta majada compuesta de robustas cuadras, constituyó en su tiempo, el asentamiento más antiguo de Proaza.

Esta ruta senderista, enriquecida de paisajes y matices históricos culmina en breve tiempo en la collada de Aciera (680 m)-3 km n 1 h de marcha-, abierta campera de ricos pastizales que reparte caminos a las montañas del entorno. Uno de ellos gira al Este hacia la ladera del pico Coscorbal, donde se hacen visibles los vestigios de una antigua mina de espato flúor. La collada de Aciera se abre como un precioso balcón vigilado por la sierras de Caranga y Tene, obsequiándonos con amplias panorámicas de los valles quirosanos y proacinos, Constituye el paso natural hacia las tierras de Quirós y hacia allí nos dirigimos por la prolongación de una pista de tierra que ha sustituido al viejo camino. Vamos rodeando los prados de Estrecha Fran y la fuente del Sapu, hasta llegar a la fuente de Gorgoyón. Más abajo llegamos al crucero de pistas de Cuetu Llobu. Hacia la izquierda arranca una pista, recientemente hormigonada, que sigue el curso descendente del arroyo La Golondriz, enlazando más abajo en la carretera de Tene, a una distancia de 400 m de la localidad de Aciera.

Soslayamos esta variante, yéndonos a la derecha y siguiendo su traza, enseguida nos presentamos en la majada de Valdepredrosu, con cabañas pastoriles escalonadas en la ladera y a la sombra de un tupido bosque. En este lugar finaliza la amplia traza y comienza el marcado camino real que desciende precipitadamente con grandes revueltas.

Por ahí alcanzamos La Teyera, donde se sitúa la ermita de Santa Eulalia. Por la derecha arranca el camino a las aldeas de Perueño y el Llano. En las inmediaciones de este último asentamiento se encuentra la escuela de escalada que regenta la FEMPA.

Este templo ya es mencionado en un documento del año 891. Tras ser destruido durante la Guerra Civil, apenas se conservan los muros de la nave central con su ábside, así como tres puertas, una de ellas con arco apuntado, todo ello bajo la vigilante sombra de un precioso tejo. Al pie de la flecha senderista y una mesa de descanso, en la presente ocasión, marchamos a la izquierda siguiendo el rastro del camino tradicional del Peñiscu, que a pesar de estar poco transitado en estos tiempos, aún conserva parte de su antiguo empedrado. Por ahí llegamos al núcleo de Aciera donde damos por finalizada esta ruta montañera.

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