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El Pillarno, el equipo menos goleado de Asturias

l El modesto club de Castrillón sólo ha recibido dos goles l "Buscamos atacar, pero nos sale al revés", ironiza su técnico

Vídeo: El Pillarno, el equipo menos goleado de Asturias

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Vídeo: El Pillarno, el equipo menos goleado de Asturias Pablo Palomo

Roberto Puente y Mario Herrera, menos taxis por la calle, deben parar de todo. Son los dos porteros del Pillarno, modesto entre los modestos de la Segunda Regional pero con el honor de ser el equipo menos goleado, con solo dos dianas en contra, de toda Asturias.

"Es mérito de todo el equipo. Defendemos muy bien. Ahora, que atacar ya es otra historia", dice con ironía Mario, el meta titular del equipo castrillonense y el que ha recibido las dos dianas en contra. Ha jugado cinco partidos y su camarada Roberto, los restantes de los ocho que lleva disputados el Pillarno, líder de su grupo. La hazaña del equipo de Las Torres, que así se llama el templo consagrado al fútbol de barro en el que juega el Pillarno, tiene cierta guasa. En realidad, la vocación del equipo de Castrillón es el ataque. Lo cuenta su míster, Eduardo Marquínez. "Tratamos de atacar todo el tiempo, pero nos sale al revés". Bendito problema, debe de pensar.

Con solo dos dianas en contra y uno de los pocos invictos que queda ya en el mes de diciembre en todo el fútbol español, el Pillarno es un equipo pequeño con un sueño muy grande. Ascender a Primera Regional. "Vamos entrenamiento a entrenamiento. Tenemos los puntos -22- que merecemos. Veremos a ver", relata el técnico.

Suena a tópico, pero en el caso del Pillarno es cierto. El club es una familia. Lo explica su presidente, Iván Nuevo, que junto a otros seis miembros de la directiva, refundó el club hace doce años. "Los jugadores están aquí por amor al fútbol. No cobran nada. El club paga las fichas", explica.

Aunque anémicos en lo pecuniario -el Pillarno juega en la última categoría del fútbol en Asturias- van sobrados de ganas. O de lo que los modernos llaman emprendimiento. Se nota en iniciativas como la publicidad que lucen en la camiseta los jugadores. Cada anuncio es de su padre y de su madre. "Fueron puerta por puerta y cada uno trajo un colaborador", glosa el presidente.

En el Pillarno se apoyan entre ellos. Para muestra, la historia de Roberto Castellano, 28 años. Ayer fue a una de las revisiones que tiene que superar para comprobar que el cáncer que le diagnosticaron hace dos años y que ya ha superado no le vuelva a poner la vida en juego. "Estuve jugando hasta que me lo detectaron", cuenta.

En sus 12 años de vida, el Pillarno solo ha tenido el lujo de jugar una vez en Primera. Les duró el sueño un año. Ahora, siguen con su empresa de volver a colarse en superior categoría. "Aquí es todo artesanal. Nosotros mismos pintamos las líneas del campo y segamos el césped. Hasta las novias de los jugadores arriman el hombro en la cantina", explica Iván Nuevo.

El Pillarno toca madera para que el maleficio que impide a sus rivales perforar su portería se prolongue indefinidamente. De lograrlo, conseguirán subir de Segunda a Primera. Pocas cosas más bonitas habrá en el fútbol.

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