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El equipo con más kilómetros

"Lo lógico sería jugar con los de Avilés; aunque en los viajes los críos hacen piña", dice en el Marino de su infantil, en un grupo con equipos de Onís, Llanes o Langreo

La plantilla del equipo infantil del Marino. M. V.

El equipo con más kilómetros. Así es el infantil "A" del Marino. Y es que esta temporada los luanquinos no han sido encuadrados en el grupo de los avilesinos de la Segunda División regional, lo que les obliga a realizar desplazamientos más largos de los deseados. Gijón, con siete salidas, es el destino más habitual de los gozoniegos, que este año se enfrentan también a sierenses, llaniscos, langreanos, cangueses o maliayos.

Pese a estar encuadrados en este grupo que parece ser diseñado por el doctor Frankestein, los kilómetros parecen sentar bien a los luanquinos. Y es que los pupilos de Álvaro Sampedro han demostrado estar más acertados lejos de Balbín: de los siete triunfos cosechados esta campaña, cuatro han sido a domicilio. Asunción, Langreo Eulalia, Arenal y Perlora han sido hasta ahora sus víctimas.

Aunque a los buenos resultados y crecimiento deportivo que están teniendo este año los chavales, que actualmente marchan decimoprimeros y han sumado nueve de los últimos quince puntos en liza, la directiva marinista hubiese preferido haber sido encuadrados en el grupo "A" de la Segunda Infantil. Las razones son obvias: pasarían a enfrentarse a cinco equipos de la comarca avilesina -Villa de Pravia, Real Avilés, Quirinal, Navarro y Sanfer-, con lo que reducirían el kilometraje de los jugadores y sus familias, que pese a las distancias les siguen acompañando a todos los encuentros.

"No estamos contentos con el reparto que se ha hecho esta temporada. Entendemos que lo lógico era que nos encuadrasen en el grupo avilesino,", explican con resignación desde el Marino, sobre un reparto que sí se ha mantenido, como se venía haciendo históricamente, en otras categorías como la Segunda cadete.

El principal perjuicio que supone este reparto para el Marino es económico. Y es que el club fleta un autobús en todos sus desplazamientos de la cantera para sus jugadores y familias. "Obviamente, no es lo mismo ir a La Toba que a Langreo", afirman.

Otra de las incomodidades más habituales para los pequeños son los madrugones. "Por ejemplo, este año tuvimos que jugar en Llanes a las once y cuarto. Teniendo en cuenta que el viaje son 100 kilómetros, hay que salir mucho antes que en cualquier partido normal", argumentan.

Si bien, no todo es negativo. "El grupo es muy raro, pero hay que admitir que hay buenos campos", aseguran los marinistas, que destacan la oportunidad que supone para ellos jugar en campos como el Bayu o Ganzábal, terrenos de juego de unas condiciones y dimensiones más lustrosas que las instalaciones municipales de Balbín, en las que disputan sus partidos como local las categorías inferiores del Marino, sobre las que el Marino lleva años demandando una reforma urgente.

Y no sólo eso. "En tantas horas de autobús los chavales también hacen más piña y son más equipo. Además, se hacen más fuertes", resaltan los luanquinos, que no tienen previsto reclamar un cambio de criterio a la Federación: "Aquí lo importante es que los chavales disfruten. Y sea donde sea, lo hacen".

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