La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Por Piñera no pasan los años

El meta, a punto de cumplir los 50 años, sigue en activo en las filas de La Caridad, equipo de Primera Regional

Piñera, en las instalaciones Tensi antes de comenzar un partido con La Caridad. Luisma Murias

Los campos de fútbol de Asturias son como una segunda casa para José Ángel García Fernández, al que todos conocen por el nombre del pueblo en el que nació, Piñera, en Navia. No es para menos. Debutó con el primer equipo del Andés cuando aún no tenía 16 años y ahí sigue, a punto de cumplir los 50, compitiendo con La Caridad, en Primera Regional. Toda una vida tratando de impedir que los delanteros consigan su objetivo de marcar goles, parando, despejando y, otras veces, recogiendo el balón del fondo de la red.

"Leyenda me queda un poco grande", dice Piñera, que jugó en el Andés hasta 2013 y que después se pasó cuatro temporadas en el Tapia y ahora cumple la tercera en La Caridad. Este último paso, el que le llevó a su actual equipo, lo dio porque el club "quiso dar un giro y jugar con gente de la zona, por eso me embarqué en esta cruzada y ahora estamos luchando por mantenernos; no hay dinero, tenemos que tirar de juveniles, no está fácil la cosa". Reconoce el meta que, aunque disfruta con lo que hace, tanta pelea "cansa": "A veces te cansas, por mucha afición que tengas te cansas, pero ves a los chavales sufrir y quieres echarles una mano", añade.

Es consciente de que podría ser "el padre del 80%" de sus compañeros y que el entrenador y el presidente de su club son más jóvenes que él. Y reconoce que para él "eso es lo más bonito": "Es bonito porque estoy completamente integrado con gente a la que saco 15 ó 20 años. Puede que yo les ayude en situaciones que ya he vivido, cuando vienen mal dadas, cuando tienen algún problema personal, pero yo también saco mucho de ellos, me integran perfectamente, no me siento apartado", dice. Piñera es padre de dos hijas, una de 16 años y otra de 12. La pequeña es la que ahora farda de tener un padre futbolista: "Entrena con el equipo femenino del Navia, tiene una afición bárbara, aunque de ser portera no quiere ni oír hablar, ella quiere imitar a Messi", asegura el orgulloso padre. Sus hijas han sido dos de las principales víctimas del otro trabajo de su padre, del que le tenía secuestrado en los entrenamientos de la semana y en los partidos del fin de semanal, algo que se hacía "más duro cuando eran más pequeñas". Ahora presumen: "No quieren que lo deje, me dicen que ni se me ocurra".

Lo que no hace Piñera es nada especial para mantenerse en forma: "Tengo que agradecer a mis padres la genética que tengo porque si la gente supera lo que como... No hago nada especial y comer reconozco que pescado, muy poco, la lechuga ni verla y no me privo de nada". También es cierto que la energía que consume la gasta. "Trabajo en una empresa agro alimentaria y me toca mover bastante peso, ahora algo menos, pero la verdad es que no paro mucho. Me levanto a las 7 y los días de entrenamiento llego a las 11 de la noche a casa, miro lo que están estudiando las niñas y a la cama. Los fines de semana tampoco tengo mucho tiempo porque trabajo los sábados por la mañana y luego, con los partidos, queda poco margen", dice sobre su rutina. Lo que no sabe es ni cuando será ni qué hará en el que deje algo que lleva practicando desde los 9 años, que no dejó ni cuando hizo la mili en Noreña. "En estos momentos valoro cada entrenamiento porque sé que puede ser el último, que una lesión grave supondría el fin. Por eso valoro mucho más saltar al campo y empiezo a entender eso que siempre escuchaba de sentir el olor de la hierba. Cuando tienes 20 años pasas por encima de todo eso, pero para mí saltar al campo con estos chavales es un lujo. No miro más allá".

Compartir el artículo

stats