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El termómetro

"Lo lo lo lo lo"

Sobre la rivalidad, el tribalismo y el fútbol

Entiendo perfectamente el rollo de la rivalidad entre los pueblos. Es algo tribal, atávico, irracional y, precisamente por eso, muy difícil de atacar con la razón. ¿Cómo convenzo yo a un tío de Noreña de que sus vecinos son para mi tan guays como los míos -o incluso mejores en muchos casos- si ese tío está imbuido de tribalismo? Y al revés, ¿Cómo le digo a un poleso tribal que me da igual su minipatriotismo y su tirria contra Noreña, Lugones o Wisconsin? Yo nunca he sido capaz de sumarme a ese sentimiento de pertenencia "a la contra", y como yo, muchísima gente tiene superadas esas tonterías. Pero la cosa pervive.

Hasta hace nada yo creía que eso del tribalismo estaba empezando a desaparecer en Asturias. Lo creía hasta que la paternidad me arrastró al proceloso mundo del fútbol infantil y comprendí que no, que la cosa estaba igual que siempre.

Y ahora que la rivalidad futbolística está en uno de sus momentos cumbre en Asturias cabe preguntarse si todo eso que se dice de los valores del deporte es cierto. Uno nunca sabe a qué atenerse porque, en realidad, todo está envuelto por tantas capas que el deporte casi no se ve.

En cualquier caso, a mí los que me maravillan son los del "lo lo lo lo lo". Siempre he pensado que un tonto por sí solo es solo un tonto, y puede despertar ternura, compasión o rechazo, según el corazón de cada cual. Pero muchos tontos juntos ya despiertan otros sentimientos bien distintos: miedo, preocupación, tristeza. Entonces se crecen y piensan -aunque no sea cierto- que han dejado de ser tontos, y de esa forma sigue perviviendo lo atávico, lo tribal, lo troglodita. ¿Quién lucha contra eso? Yo no me veo con fuerzas.

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