Volvieron los cancios de chigre a Noreña y con ellos la alegría a todos los establecimientos hosteleros. Una tradición recuperada por quienes forman la Escuela de música tradicional y la Banda de Gaitas, que fueron los precursores de esta idea en Noreña que caló adecuadamente en las citas festivas de la Villa, recordando los tiempos cuando los cánticos eran los protagonistas del bar, antes de tener la televisión y estar conectada permanentemente con algún partido de fútbol.

Cánticos en torno a una mesa plena de botellas de sidra, ya que los bebedores de nuestra típica bebida, que son gente pacífica, según decía Paco Ignacio Taibo, y dada a la canción coral: "que en ocasiones conseguían primorosos coros nostálgicos y amorosos, que sorprenden sea el resultado de un grupo de hombres gordos y en mangas de camisa".

Comenzaba uno a cantar con más o menos estilo, haciéndolo a dos palmos de la oreja de otro parroquiano, que también lo seguía por lo "bajini" para no desafinar. Pronto se suma alguno más, y tal parece que venían ensayando hace tiempo. En esa informal colaboración está el éxito de los coriquinos, al hacer participativos al resto de clientes, sin que nadie pusiese mala cara si el último arrimau no daba correctamente el tono.

Los cánticos en los chigres y en las tascas formaban parte de la cultura popular desde el siglo XIX, al igual que lo fue el juego de los bolos delante del chigre, la llave o las cartas y, posteriormente, las canciones de forma espontánea hasta que llegaron los ateneos, los casinos y los círculos populares, donde surgieron las peñas y las sociedades que los fomentaban, como fue el caso de "La Armonía" en Gijón en 1875 y la Coral "La Castalia" en Oviedo un año después, que al parecer fueron los pioneros.

En Noreña fomentó esta modalidad coral Francisco Rodríguez Olay, más conocido por "Pachu El Sacristán", que fue el primer director con sueldo de la Banda de Música, de la Banda de Música de la fábrica de Armas de Trubia y del Coro Parroquial. Ambas formaciones noreñenses aún se mantienen para disfrute de los vecinos y de los visitantes.