"'Esto es difícil de ver en otros sitios', dicen los expositores del festival Bicispace de Lugones". Cuando ayer por la mañana leí en LA NUEVA ESPAÑA este titular, no sabía hasta qué punto el periódico estaba acertando. Yo leía que los expositores de Bicispace veían con contento todas las facilidades que les daba el Ayuntamiento de Siero, pero lo que descubrí después, al tratar de salir de casa, como muchos vecinos de Lugones y todos los de La Fresneda (más de 5.000 personas), es que no podíamos movernos de allí en coche en dos horas porque había que dejar las carreteras libres para los ciclistas. Efectivamente, aquello era difícil de ver en otros sitios. Hablo de sitios con cabeza donde es normal, y hasta comprensible, celebrar pruebas de deportivas que resulten más o menos invasivas, pero cuya organización siempre prevé itinerarios alternativos e información previa a la población disidente que haya decidido seguir con su insignificante vida y no quiera plegarse a lo que ese día le prepare su ayuntamiento. Sí, es que hay gente muy rara.

Ayer, en La Fresneda se cortaron todos los accesos -durante dos horas, me informó un agente abochornado al que ya habían increpado otros vecinos- y no había salida alternativa señalizada. Te la comes, amiguín. Hubiera sido la mejor manera de concienciarnos para dejar el coche y contaminar menos si no fuera porque en bicicleta tampoco era posible llegar a Oviedo por carretera, salvo que tomásemos la ruta del jabalí: campo a través. Si el Ayuntamiento de Siero organiza algún día la Vuelta a España habrá que evacuar antes a Francia a la población sobrante para no molestar al pelotón. Y yo que pensaba que para gobernar bien bastaba con no dar mucho pol saco...