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El termómetro

Si cuela, cuela

Sobre la proliferación de detenciones por falsas denuncias

Hay últimamente una creciente oleada de intentos de engaño a la Policía que me tiene un poco pasmado. La gente finge robos y cosas así. Para cobrar el seguro si tienes un chigre o una tienda, o para evitar la bronca de tu pareja, por ejemplo, si te dejaste en un día en el chigre la paga del mes.

Lo que me tiene pasmado es que todo esto ocurre, precisamente, en la época de las series policiales, en las que queda demostrado -quizá con cierto exceso, pero demostrado al fin y al cabo- que la Policía tiene muchísimas herramientas para saber quién comete los delitos. Desde que llegó CSI hace unos cuantos años, y con ella esa exageración que bordea lo maravilloso, han sido muchas las series que nos han convencido de que un estornudo o el roce de su ropa con el pomo de una puerta pueden costarle la cárcel a un asesino.

Y aun así, aunque todos esperamos que la Policía lo resuelva todo y que en los crímenes más misteriosos y bestias la verdad salga a la luz, y no solo lo esperamos sino que casi exigimos su infalibilidad, hay gente que se cree lo contrario, que diciendo que un par de tipos le robaron la cartera o tirándole un ladrillo al escaparate de su propia tienda van a hacer a la Poli llegar a la conclusión de que sí, que hay gente malita suelta por el mundo que además es muy lista y que nunca darán con ella con lo bien que atracan o golpean.

La falsa denuncia se toma como un delito porque obliga a emplear unos recursos que podrían dedicarse a algo realmente importante. La gente que incurre en ella, no obstante, se lo toma siempre en plan "doy un poco de guerra y si cuela, cuela".

En cierto modo, admiro a la gente que tiene esa sangre fría para robarse, denunciar y someterse al escrutinio de la Policía. Solo por eso deberían darles algo. Una especie de premio al valor. Un porcentaje, una propina. Algo.

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