La despedida de Fernando Naredo Pandiella en Sariego, rodeado de motoristas en Vespa, ha sido un homenaje de agradecimiento a un mecánico y persona excepcional para los apasionados de las motos. Fernando Naredo, saregano de origen, falleció la pasada semana en el Hospital Universitario Central de Asturias, a los 72 años. Deja a su viuda, Dori Montes Palacio, y a sus hijos, Fernando, Nuria, Estefanía, Mónica y Rocío, una ruta incontable de amistades entre la afición asturiana. De Llanes a Vegadeo y de Lena a Gijón, la Asturias motera no le olvida. Fernando Naredo empezó con 13 años, allá por 1959, hace casi seis décadas, en el servicio de Vespa de Luis Gonzaga Álvarez González, "Lito". Un pequeño taller situado en la carretera general, donde después se ubicó la zapatería de Álvaro Canto. Lito goza de una memoria admirable y conoce la intrahistoria de la comarca, con nombre y apellidos si se apura. A sus 85 años, el esposo de Anita Lada, y padre de Luis y Roberto, el hombre que introdujo la Vespa y el Seat 600, que distribuyó segadoras como nadie y que ofreció los más acreditados seguros, es testigo fiel de una época en que se vendían coches y motos "de verdad". Fernando Naredo, que dejó el taller de Nava en 1961, era "un artista" para el cuidado y manejo de las motos, en expresión de Lito. Así levantó su imperio motero en Carcabada y su cofradía de amigos de las dos ruedas por toda España, y más allá.
Hubo un tiempo, en el siglo pasado, en el que todos aspiraban a coche o moto. No se olvida Lito del primer Seat 600 adquirido en Nava por Senén Menéndez, alcalde naveto antes de establecerse en Gijón. Tiempo en que la lista de espera por un Seiscientos, de 63.000 pesetas, podía ser de cuatro años.
Para terminar estas líneas, hoy resulta obligada una referencia al hostelero Julio Collada, de 65 años, de Viobes, recuperado ya de la cornada de una vaca, que cierra por jubilación la cafetería Kopa Nava, entre lágrimas y homenajes de sus clientes.
