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El termómetro

En todas partes la misma banda sonora

Sobre la uniformidad de la música, los contenidos de la tele y la tendencia a copiar de políticos e indignados

No sé si son los algoritmos o la fuerza mediática de algunas compañías. Alguna razón tiene que haber para que, en un mundo en el que con un clic tenemos la opción de escuchar casi cualquier canción de cualquier género, uno se tenga que encontrar una y otra vez con la misma música en los bares, las fiestas y los actos deportivos. ¿Por qué no hay diferencia entre estar en plena Sierra de Peñamayor entre praderas, montañas, vacas y ciclistas y encontrarse en uno de esos discobares tirando a desguaces con la luz negra iluminándote el gin tonic? ("En un chico malo, no, no, no", etcétera.)

Me maravilla esta extraordinaria contradicción. Tenemos cada vez más opciones y, curiosamente, somos cada vez menos diversos. No solo en la música. Hay ciento cincuenta canales de radio y televisión más toda la oferta de Internet y seguimos con la misma uniformidad que cuando solo existían el "Un, dos, tres" y "Los 40 principales".

Es más, "La Edad de Oro" hoy sería un programa casi imposible, porque sólo se parecía a sí mismo. Si nos fijamos, hoy lo que importa de los programas es que sigan de algún modo la línea de los que han tenido éxito: OT ha tenido muchos epígonos. También Masterchef, Gran Hermano o Españoles en el mundo, por citar solo algunos.

Con la política pasa algo parecido, aunque con ciertos matices. Al haber partidos con estructuras muy rígidas, les es difícil cambiar su forma de actuar. Normalmente, lo que ocurre es que se impone, al menos en las estrategias, lo que ya se ha impuesto en otras partes, sobre todo en Estados Unidos.

La militancia digital, por ejemplo, es una herencia descarada de la de Estados Unidos. La indignación virtual, aunque nos parezca muy auténtica y vanguardista, viene de una larga historia de corrección política desarrollada durante décadas por la izquierda en Estados Unidos (aquella izquierda es un poco distinta de la de aquí, peor para mi gusto, de gente tirando a "refalfiá"). En fin, que el puritanismo es ahora laico y materialista. (No sé cómo llegué hasta aquí. Yo solo estaba hablando de reggaeton...).

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