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El Cogollu

De la sidra Zapatero a la Santina

Homenaje póstumo a Miguel Ángel Menéndez Llerandi, "Piti"

La vida se vive hacia adelante, pero se comprende hacia atrás. Hoy quiero dedicar estas líneas a Miguel Ángel Menéndez Llerandi, "Piti", fallecido en Oviedo el pasado domingo a los 83 años. No para añadir agua a un caudaloso río de su vida en Nava que ya recordaron aquí Roberto Viña y Leocadio Redondo, sino para homenajear a un hombre que ha agotado sus fuerzas como las semillas que desde ellas hacen crecer a los demás. Su persona irradiaba respeto y era, hasta que la enfermedad se lo impidió, un hombre honrado a carta cabal, pasional, con su gran familia, con sus amigos y con su tierra de Nava. Polémico y discutidor, ardorosamente enamorado del Real Oviedo, de la sidra y de la vida. De la verdadera vida que se gana dándola. Contaba anécdotas como nadie y cantaba como el mejor, aunque siempre parecía con un rictus serio, acababa reflejando su carácter amigable, social y bondadoso. Caballerosidad, pundonor y juego limpio, como el futbolista que fue, eran valores de un hospitalario padre que me acogió en su casa. Creía en lo que creía y lo hacía con ardor, sin dobleces y sin complejos. Sus amigos han descrito al Piti del cine, de las fiestas, del fútbol y del banco.

Los años de convivencia permitieron conocer de cerca a un hombre bueno y a un gran señor. Al padre de Miguel y Alejandro, al esposo de Marisa, que cada domingo se llevaba de Nava a Oviedo una caja de sidra de Manolo Zapatero. Buen marido, excelente padre y mejor abuelo, deja la mejor huella que se puede dejar al pasar por esta vida.

En la víspera de su muerte había seguido en televisión un memorable 8 de septiembre, fiesta de la Virgen de Covadonga y con la vuelta ciclista en Les Praeres de su Nava del alma. Conservo entre las páginas de un libro de cabecera una imagen de la Virgen, obra fotográfica de Piti en la misma Cueva; a la que tanta devoción profesaba, como su madre Aurora. Su recuerdo siempre permanecerá en nosotros cerca de La Santina. Descanse Miguel Ángel Menéndez Llerandi en la gloria eterna, en la que creía, a la que aspiraba y la que se merece.

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