Un museo debe mostrar de forma veraz sus contenidos, lo que no ocurre en el nuevo Museo de la Guerra Civil de Grado.

En el rincón más alejado de la exposición, a la derecha, arrugado y polvoriento, yace entre escombros un paño de tela con los colores de nuestra enseña nacional. Delante, una pieza de guerra rescatada, según está documentado, entre las ruinas del Cuartel del Simancas (Gijón), edificio que albergaba al inicio de la Guerra Civil Española al Regimiento Simancas Nº 40 y posteriormente, durante su asedio, al VIII Batallón de Zapadores.

Podría parecer una recreación inocente y veraz, pero a poco que se tenga conocimiento sobre lo ocurrido resulta del todo inapropiado presentar los colores de nuestra bandera, la actual, en esas circunstancias y en ese escenario.

El sitio comienza el 20 de julio y termina el 21 de agosto de 1936, cuando, con apoyo de aviones y artillería, las milicias logran entrar al cuartel y, tras derrotar a los últimos defensores de la posición, ejecutan a los oficiales sobrevivientes.

En el contexto que nos ocupa, sólo la bandera con los colores republicanos podría aparecer ajada y vencida, pues las fuerzas militares sublevadas usaron la bandera de la República con el escudo de armas vigente en el momento, es decir, la bandera tricolor con el escudo de la corona mural, que eran los aprobados por la Constitución española de 1931. Esta situación cambió mediante el Decreto de 29 de agosto de 1936, firmado por el general Miguel Cabanellas Ferrer, pero en esa fecha, los moradores del Simancas ya habían sido fusilados por los milicianos.

Pediré que se retire el elemento de ese contexto.