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El irreal Picadillo de la pandemia

La atípica celebración en pleno confinamiento de la fiesta de San Marcos de Noreña

Si tengo que leer este titular hace dos meses, me voy directamente al diccionario de Casares porque dudo que el Google me aclarase las dudas. La fiesta del Picadillo y del Sabadiego, al ser considerada de Interés Turístico Regional, alcanzó una gran resonancia regional en los últimos años y con ello un alto nivel participativo, del cual nos sentimos muy orgullosos casi todos los noreñenses, que tenemos mentalmente diseñado el calendario festivo. En invierno los mágicos callos, ahora en primavera San Marcos, en septiembre el Ecce-Homo y por el medio homenaje a los zapateros. Los esforzados e imaginativos hosteleros con sus recuerdos culinarios a las tapas, a las setas, al bacalao o al cocido con moscancia. Todo tiene sitio en la Noreña culinaria que siempre hizo honor, y lo sigue haciendo, a su reconocimiento como capital gastronómica de Asturias. Y ahí seguimos con el ánimo bien alimentado, como no podía ser de otra manera, tratándose de esta hermosa y hospitalaria villa.

Estamos en primavera, repito. Los Caballeros de la Orden del Sabadiego renovando sus votos -es un decir- organizativos cada veinticinco de abril, puntuales desde 1988 y puntales en la Noreña cultural, de la cual todos queremos ser partícipes. Pero ya lo dice el refrán: el hombre propone y la pandemia dispone. Este año no será lo mismo. Todos confinados a verlo desde las ventanas o los balcones de la seguridad, sin toros y sin vaquillas, que es lo único que deben autorizar quienes mueven los hilos de la vida pública con fechas inciertas, una y otra vez, como si de la tómbola Vetusta se tratase. Menos mal que todo esto que nos desvanece tuvo rápida respuesta desde otras mentes -como Unai, el edil, y Ana, la vice- que no quieren perder el tren festivo del recuerdo, y así, el próximo sábado, San Marcos bendito, a las 14,00 nos convocan a estar a cuerpo presente, vecinos con vecinos y por familias, ocupando las ventanas e interpretar el himno de Asturias, dirigido seguramente por el policía Raimundo, que nos ameniza diariamente con sus pláticas; degustar testimonialmente una pizca de picadillo y un poco de sabadiego y tomar nota de los buenos deseos que nos llegan vía internet desde la Casa Consistorial en voz de la alcaldesa, con el deseo de que pase pronto este sueño de los injustos que al parecer es cierto que existe.

La figura de Don Pedro en traje de gala sabadieguero se preguntará qué demonios pasó en su pueblo, que ni los alegres chavales de Adepas aparecieron a hacerle los honores.

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