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Dando la lata

Verano

Verás ahora. Tras el diluvio que arrancó a mediados de Enero y no cesó hasta ahora, y que nos resolvió la alerta de sequía que nos dejó aquella inquietante visión de los embalses secos, vamos a pasar sin solución de continuidad de invierno a verano, sin estación intermedia. Y las calorinas que se anuncian propiciarán la evaporación del agua acumulada en el subsuelo, justo bajo nuestros pies. Y la consecuencia será un monumental baño maría en toda Asturias. Calor y humedad, una delicia para los dolores articulares y los esqueletos "crujientes". Una sauna finlandesa a lo bestia. Y hablo del tiempo porque, ya saben, he renunciado a los temas de actualidad por su fugacidad. El domingo pasado no cabía un alfiler en las calles principales de Mieres. Sol, calor, gafas oscuras, piernas al aire e intenso "terracismo". Los cuerpos y las almas reclaman verano. En el tramo entre mi casa y la de mi madre, que no serán más de doscientos metros, conté catorce perros. Todos ellos bien guapos y cuidados. Incluso consentidos, porque los hay que ladran sin cesar, sin ton ni son, y sin que sus dueños hagan algo para silenciarlos. Y estar sentado en una terraza junto a un chucho que no para de ladrar no es nada relajante. Observas la escena y te das cuenta de que los términos se han invertido. El dueño es el perro. A qué extremos de estupidez es capaz de llegar el ser humano. Por cierto, que el tema canino va claramente a más en Mieres, y ya comienza a ser habitual ver a gente paseando varios perros. Y, qué contradicción, a la perrera municipal no paran de llegar refugiados. En muy poca distancia tenemos los polos opuestos: la apoteosis canina y la vergüenza. Y, como sucede con las pateras en el Estrecho, supongo que los abnegados encargados de nuestra perrera ya estarán preparados para la avalancha que siempre se produce en el periodo estival: el perro y el abuelo estorban para irse de vacaciones. A uno lo soltamos en medio del monte y al otro, a la puerta de una residencia. O a ambos en una gasolinera para que se hagan compañía. Cosas del verano.

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