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Velando el fuego

Hierro leve

La exposición de los artistas Nuria Antón y José Ore en el centro Carlos Álvarez-Nóvoa de La Felguera

Una buena parte de la reflexión estética contemporánea se ha dedicado a la tarea de encontrar una lumbre viva que sirva para redefinir el concepto de arte. Tarea problemática sin duda, y más aún cuando los dioses parecen empeñados en apagar cualquier fuego o, en su caso, menguar e incluso dejar a oscuras nuestro intelecto. Ha costado mucho esfuerzo digerir que las manifestaciones artísticas transcienden ya el espacio burgués, y que en las formas de conciencia y en las condiciones de vida material de la sociedad es donde el arte ha forjado sus raíces más sólidas.

De modo que, por fortuna, despojado de su carácter rígido y en ocasiones aristocrático, las distintas disciplinas artísticas han comenzando a desplegar su vuelo por caminos que antes pudieran parecer extraños cuando menos. Entre otros, las fusiones entre diversas artes, como un modo de demostrar que el mundo puede ser reinterpretado desde distintas perspectivas, sin que quepa atribuir a ninguna de ellas un papel capital. Se trata de transmitir emociones, de entender el espacio humano como un cuerpo vivo, y en esta tarea no sobra nadie.

Conscientes de este papel integrador, Nuria Antón y José Ore, dos artistas que llegan desde León, exponen en el Centro de Creación Escénica Carlos Álvarez-Nóvoa (La Felguera, Langreo) una hermosa muestra representativa de sus trabajos. Y lo hacen en un mano a mano que a un tiempo nos conmueve y nos desborda por su intensidad. Esta exposición nace de un encuentro afortunado, de una de esas maravillosas casualidades que a veces nos atrapan, y sirve para conjugar el dibujo y la escultura que, en este caso, son el resultado del ansia de comunicarse, de ponerse a prueba a través de una experiencia dual y enriquecedora. Una idea cuya finalidad es conseguir un todo entre el juego creativo y la belleza del arte, siempre con independencia de las herramientas que hagan posible esta mixtura.

Si en Vicente Aleixandre la poesía, para merecer ese nombre, ha de ser, sobre todo, humana, en Nuria Antón -"Versos encendidos" es su primer poemario- su humanidad se funde con la de una pintora de la realidad. Lo que ve y siente desborda su espacio vital, e intenta -en palabras suyas- "sanarse y curar al mundo de su aburrimiento". Noble propósito, sobre todo en estos tiempos en los que los sentimientos se han convertido en un lienzo oscuro y arrugado las más de las veces.

Intención parecida es la que guía al eterno niño José Ore en su trayectoria. Sabe que el juego es una función esencial de la vida humana, y que sería impensable que cualquier cultura careciera de ese elemento lúdico. Y que por ello, jugar con el espectador es imbricarse en una fiesta solidaria, en una simbología que representa el primer y verdadero paso hacia la comunicación con los demás. En ese afán por llegar al otro, por ponerse en relación con él, ha elegido el hierro como vehículo transmisor. Una elección sabia, sin duda, que demuestra la verdad de esa cita anónima, según la cual "El hierro no se forja solo".

Si una sinestesia es una fusión de sentidos, mediante un vínculo muy fuerte, el título de la exposición, "Hierro leve", alude de un modo fiel a esa mezcla de sensaciones distintas pero en todo momento embellecedoras. Nuria Antón y José Ore han lanzado a la luz dardos de amor. Confiemos en que alguien los recoja. Entretanto, mucha suerte en sus proyectos.

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