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Terminada la revolución

Mieres se volcó en los homenajes al Ejército tras la rebelión de 1934 mientras la represión seguía en las cárceles

En plenas Navidades del año 1934, el pueblo de Mieres rindió un homenaje a los soldados del Ejército español de las diferentes armas que en esos momentos guarnecían nuestra villa. Éstas habían llegado como consecuencia de los hechos acaecidos en el mes de octubre.

Este acto se celebraría el día 1 de enero de 1935 y consistió en un banquete al que asistieron unos 630 comensales. Como en Mieres no había un local donde pudiese acoger a tanta gente, se decidió hacerlo en tres sitios diferentes. Siendo subdividido para jefes y oficiales en el Casino de La Pasera; para los suboficiales y sargentos en un conocido restaurante y la tropa en otro. Desde las primeras horas de aquel primer día del año 1935, se notó ya algo extraordinario, que reflejaba el interés que el vecindario tenía por sumarse al movimiento de simpatía y adhesión hacia sus libertadores, según unos, aunque para otros muchos, estos eran sus opresores. Hacia el mediodía las gentes se encaminaron hacia la calle de Manuel Llaneza, donde estaba el gran salón de fiesta del Orfeón de Mieres, en el cual se celebró el banquete a la tropa. En largas mesas que ocupaban por completo aquél local, se fueron colocando los correspondientes servicios.

En ese día no hubo desfile militar, por considerar la Comisión que siendo un homenaje al Ejército no debía molestársele lo más mínimo. Muy cerca de la una de la tarde, fueron ocupando los asientos los soldados y cabos así como los guardias de Asalto que guarnecían nuestra villa. En el escenario del salón se sitúo la Banda Municipal de música y la de Cornetas del Regimiento Número 8, las cuales al comienzo ejecutaron el Himno Nacional, conjuntamente, y luego la de cornetas tocaría el himno del Regimiento, que fue coreado y aplaudido por los comensales.

En el amplio salón del Teatro Argentino, años más tarde se llamaría el Palau, se acomodó a unos 600 homenajeados; también en aquel lugar estuvieron presidiendo el comandante militar de la plaza, los jefes y oficiales respectivos, miembros de la comisión organizadora y autoridades locales.

Pasados los discursos de rigor se comenzó a servir el menú siguiente: fabada asturiana, merluza frita, lomo de cerdo con patatas fritas. Postres: frutas y dulce. Copa de coñac Domecq y cigarros habanos. Huelga decir que la comida fue muy abundantemente y acompañada con vinos de León. También hemos de mencionar que el banquete servido había sido todo donado por distintos almacenistas de esta plaza de Mieres. También el coñac Domecq fue donado por el representante de Asturias, el señor Morales. Y para finalizar, consignaremos la dedicatoria que en las tarjetas del menú se hizo figurar y que textualmente decía así: "Banquete en homenaje a los valientes y constantes defensores de la paz social. Ejército, Guardia Civil y Guardia de Asalto, que, en cruentísima lucha, han sabido vencer a los perturbadores del orden y a los enemigos de nuestra adorada Patria".

Durante la comida y para amenizarla se ejecutaron numerosas piezas del repertorio de la Banda Municipal, cantando igualmente escogidas canciones de la tierra "Los Cuatro Ases" (Cuchichí, Botón, Miranda y Claverol). Además de estos también canto Juanín Menéndez (Juanín de Mieres). Tanto la banda como estos artistas fueron largamente aplaudidos. En este homenaje también participó el chispeante monologuista "Anxelu", que deleitó a los comensales con algunos de sus regocijantes monólogos.

Ese banquete fue servido por numerosas señoritas de Mieres: Pacita y Amparo G., Flora M., Consuelo F., Manolita V., Marujina D., Nieves S., Pilar D., Rosario y Celestina S., Pura M., Carmen y Elena V., Fernanda C., Clarita T., Pilar M., Pilar B. Q., Ernestina M., Matilde R., Amor M., Aurelia C., Maruja M., Sabina M., Florinda F., María S., Magdalena M., Chuchi B., Ignacia Á., Aurora M., Teresa L., Concha G., Claudia G., Tinita H. y Luisa P.. Al final de la comida un miembro de la comisión organizadora mofreció en elocuentes párrafos homenaje, contestándoles uno de los comensales agradeciendo el obsequio.

Otro de estos banquetes se celebró en La Pasera; en el hermoso comedor de Casa "Valerio", situado donde estuvieron los mandos intermedios como eran los suboficiales y sargentos, asistiendo unos 60 de éstos, sentándose en la presidencia el capitán Mateo, el cual tenía a sus lados a algunos de los componentes de la comisión organizadora. Al finalizar la comida, llegaron al local el comandante militar Ayuso, y el alcalde de Mieres, que esos momentos era Sergio León, los cuales pasaron a ocupar asiento en la presidencia.

También en este banquete amenizaron los cantantes anteriormente citados, así como "Anxelu" y un sargento del Batallón de Cazadores de Serrallo número 8 recitando poesías y narrando fabulas. Otro sargento del mismo regimiento, con gran entusiasmo y elocuencia, recito los versos del "Dos de Mayo", siendo todos largamente aplaudidos.

Ofreció el homenaje el señor Antuña, por la comisión, el cual dijo se consideraba altamente honrado, por ofrecer a los leales españoles este homenaje, pobre agradecimiento hacia los que habían sido sus liberadores; terminaron con vivas a España, a la República, al Ejército y a Asturias. Le contestó el comandante militar, el cual manifestó a su vez que el Ejército sólo cumplía con su deber.

En esta comida se acercó a la presidencia una humilde mujer, la cual, visiblemente emocionada, suplicó que en consideración al homenaje que en ese día se estaba celebrando, se permitiese la visita a los presos, a lo que el comandante accedió, dando la mencionada mujer un viva al Ejército español. En aquel momento la mayor cárcel de Mieres estaba situada en el colegio de los Frailes. Lugar donde las tropas cometieron grandes tropelías aprovechándose de la impunidad del momento.

El tercer banquete y dedicado a los altos mandos se celebró en el elegante salón del Casino de Mieres, en el estarían los jefes y oficiales que estaban destacados en nuestra villa. Además de los homenajeados y de la comisión, se sentaron a la mesa algunos mierenses que eran los promotores del homenaje. En la presidencia se sentó el comandante Ayuso, que tenia a ambos lados al alcalde y al primer teniente alcalde respectivamente, Sergio León y Bárcena, asi como a los representantes de las distintas Armas.

Este ágape lo amenizó una acreditada orquesta local, la cual ejecutó escogidas obras. A la hora del café, el comandante militar dio unas palabras, en las cuales hizo público que como tributo de agradecimiento por el homenaje que en este día se les tributaba, y por ser la primera vez, perdonaba todas las multas impuestas el día anterior a los infractores de su bando sobre la permanencia por las calles después de las doce de la noche. Estos mierenses desoyeron el "toque de queda" y salieron a celebrar la Nochevieja, por lo que fueron multados por la autoridad militar. En vista de este perdón, de importancia para muchos mierenses, se levantó, y en nombre del alcalde, dirigió la palabra el primer teniente de alcalde Manuel Bárcena, el cual hizo presente su agradecimiento en nombre propio, en el de todos los asistentes y pueblo en general.

"Mieres, que ha visto sufrir por espacio de quince días un régimen de terror y de maldad, del que vino a librarle vuestras fuerzas, no podía dejar pasar el tiempo sin mostraros de alguna manera el agradecimiento sincero de sus hijos, que si bien los hubo que obcecados se alejaron de la senda de la legalidad, otros, en cambio, hubo que sufrieron aquel régimen bajo la constante amenaza y que vieron alegres y emocionados vuestra entrada por estas calles. Por ello os ofrecemos gustosos este modesto homenaje, quienes tenéis bien merecido y del que quisiéramos no os olvidaseis cuando la disciplina os envíe a vuestra residencia".

El señor Ayuso le respondió agradeciendo el homenaje que al Ejército rendía el pueblo de Mieres. Al finalizar su discurso fue largamente aplaudido.

Diremos que la condonación de las multas impuestas por la autoridad militar y por lo que hemos podido averiguar, ascendía a unas ocho mil pesetas, por cuanto el número de los que fueron sorprendidos después de las doce de la noche del domingo, se hacía ascender muy cerca del centenar, imponiéndose a cada uno la multa de 50 pesetas. Tampoco faltó algún establecimiento que por tener abierto después de las diez de la noche, que era la hora señalada, se les impuso 500 pesetas de multa.

Quizás esta fuese la Nochevieja más triste dentro de la historia de Mieres, donde unos estaban en la cárcel siendo torturados y en otros había un claro sentimiento de que algo se estaba gestando, pues España reñía consigo misma.

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