La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Valle de Samuño

Un premio como el "Princesa de Asturias" podría marcar el inicio de una nueva andadura

Anda un buen amigo mío ocupado en llevar, como siempre, una buena iniciativa a cabo. Desde que lo conocí, en plena fundación de la Asociación Langreanos en el Mundo, no hay acontecimiento o propuesta interesante en Langreo o Valle del Nalón, en la que no participe Florentino Martínez.

En esta ocasión, él y la Asociación que dirige , tratan de conseguir que El Valle del Samuño, en Langreo, reciba del Jurado de los Premios "Princesa de Asturias" la consideración de Pueblo Ejemplar.

Nadie que no sea un fanfarrón o un chauvinista, puede dedicarse a enumerar los méritos de su pueblo y de sus gentes o a destacar sus singularidades o exclusividades, menoscabando o minusvalorando todo lo que sea foráneo.

Cualquier pueblo puede ser, en un contexto determinado o en un momento dado, ejemplar, o también mísero, como decía el filósofo local Tamba. Todo pueblo puede merecer un premio o un castigo por sus buenas o malas acciones, por todo cuanto sobresale de bueno o malo en él a los ojos de los demás.

En el caso Del Valle del Samuño y todos los pueblos que lo conforman , no creo que tengan más méritos que los que puedan tener en El Valle de Ardisana, en Quirós o en Tapia de Casariego. Pero tampoco tiene menos que los Pastores de los Picos de Europa, los del Valle de Paredes, en Valdés, o los de Puerto de Vega, en Navia.

En este Valle Langreano, el verde apenas deja ver las heridas producidas por la omnipresente industria extractiva.

Por su río merodean los Martines Pescadores, en su bosque de castaños, hayas y robles , anidan malvises y raitanes y entre las matas de helechos y maleza se ocultan los jabalíes.

Entre uno y otro serpentea un tren por un antiguo trazado de rodadura y se adentra en la espesa oscuridad de una galería. En cada palmo de su recorrido, se encuentran retazos de una larga historia de esfuerzo y penurias.

Dicen las buenas lenguas , que sus gentes son alegres y bulliciosas, rebeldes y sacrificadas, orgullosas y con buena memoria.

La Mina tuvo desde tiempos inmemoriales más presencia e influencia en este lugar , que ninguna Institución pública o privada, civil o religiosa.

Los castilletes, las salas de máquinas, los planos de vías y rampas, los pequeños trenes, los chigres a pie de pozo, las escombreras, las viviendas obreras, el negror que lo rodeaba todo, la lucha y el sacrificio, el trabajo en las entrañas de la tierra, la muerte, el lenguaje, las costumbres, el olor a húmedo carbón, formaron un paisaje característico y común de todos los territorios Mineros de Asturias y establecieron un modelo económico, político y social diferente.

Ahora, que la actividad industrial está finiquitada y las heridas físicas casi curadas, se abre una nueva etapa en la que se codean la incertidumbre y la ilusión en este Valle Minero, en todos los Valles y Territorios Mineros de Asturias.

Un premio podría ser el mejor comienzo de esta nueva andadura y el mejor signo de reconocimiento a la Minería Asturiana.

Compartir el artículo

stats